Es evidente que las nuevas tecnologías han introducido cambios inéditos y muy veloces en la vida actual. Han modificado las formas de vincularse y tramitar lo pulsional, sobre todo. La tecnología nos ha aportado muchísimo, pero hay un riesgo en el uso y abuso de ella.
Una relación de adicción con la tecnología es perjudicial tanto para el joven como para el adulto, y, como cualquier conducta adictiva, produce satisfacción inmediata. Sin embargo, en el ejercicio de mi profesión he comprobado que en los jóvenes ha provocado mayores secuelas, al influir en los procesos de formación de la singularidad de cada uno. El abuso de los dispositivos tecnológicos produce fundamentalmente aislamiento y pérdida de la atención, acompañado por el borramiento del otro como figura de identificación.
Enfrentar la adicción digital no sólo implica cambiar de hábitos o regular el consumo. Obligar al abandono de las pantallas, sin ofrecer nada a cambio, es difícil. Es necesario un lugar donde tener otra escucha, poder hablar de otra manera, y conectarse, para perder el miedo a estar en presencia con otro, y encontrar la satisfacción en ese vínculo con el otro. Se deben ofrecer otras formas de satisfacción, tal vez no tan inmediatas, que generen deseo y disfrute. En ese proceso, la terapia es también fundamental.
Raquel Petraglia, Licenciada en Psicología M.P. 10078. Psicoanalista miembro de APA y FEPAL.
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