“No va a haber más cartas contra el Presidente. Se dio cuenta del daño que hizo tras las PASO”, fue la explicación que dio un importante funcionario acerca del repliegue estratégico de Cristina Kirchner que ha permitido en las últimas dos semanas al Gobierno enarbolar la ilusión de un nuevo equilibrio de poder en torno a Alberto Fernández con el denominado “peronismo territorial”. En pos de esta búsqueda de gobernabilidad, el oficialismo también ha decidido acelerar las negociaciones para lograr un acuerdo con el FMI y para ello buscará en el Congreso guiños de una oposición subsumida en un debate interno.
La misiva con la que ayer al atardecer sorprendió la Vicepresidenta tuvo como objetivo cuestionar a la oposición, a los medios y deslindar cualquier injerencia suya en la negociación con el Fondo, pero también cambiar la agenda pública. Es que se conoció un día después del fallo exculpatorio que la benefició en una doble causa de lavado, lo que provocó una airada reacción de la oposición y rápidamente ganó el debate público.
Esta polémica resolución supone un escollo para ese diálogo con “Juntos” donde el ala dura –encarnada en Mauricio Macri y Patricia Bullrich- está decidida a dar pelea al larretismo por la orientación política de la coalición opositora.
En Casa Rosada sostienen que la expresidenta dio el visto bueno para que el ministro Martín Guzmán (Economía) avance en el entendimiento con el Fondo. Pero las tensiones siguen: a la intención manifiesta de dar mayor volumen político al Presidente, se han sumado gestos de independencia de ministros apuntados por el kirchnerismo.
Si bien no habrá “albertismo”, los funcionarios que hoy construyen políticamente cerca del jefe de Estado buscan empoderar al “peronimso territorial” –gobernadores, intendentes y dirigentes sociales y sindicales- en la toma de decisiones de un FDT que quiere institucionalizar el Presidente y azuzan que a los “chicos de La Cámpora les cuesta ganar elecciones. Mayra (Mendoza) ganó en Quilmes porque hizo peronismo”.
En el oficialismo subyace la idea que la remontada de votos en Provincia, que solo hizo más digerible la derrota a manos de los candidatos de “Juntos”, vino “desde abajo” y que el cierre de listas en el distrito “dejó muchos heridos” por lo que de cara a 2023 habrá que seguir la idea presidencial de que haya PASO para todos. “Si no volamos todos por los aires”, sentenció el funcionario consultado, que valoró las Primarias con hasta cinco listas que terminaron vigorizando a la coalición opositora en provincias como Misiones o La Pampa.
Cuidar los dólares
El forzado ordenamiento político, con todo, busca enviar señales al Fondo para intentar evitar un agravamiento de la crisis en 2022. La polémica medida que prohíbe pagar en cuotas el turismo en el exterior adoptada por el Banco Central iría en esa misma senda, de cuidar los pocos dólares que hoy guardan las arcas oficiales. Las reservas no están “robustas”, como intentó explicar la portavoz Gabriela Cerruti, mostrando una vez más cuál fue la razón de su cargo: es preferible que pierda credibilidad una secretaria de Estado y no el Presidente cuando cometía gaffes en aquellas entrevistas matutinas. Se le ha encargado nada menos que cumplir con el papel de Corach cuando cada mañana dialogaba con periodistas y fijaba la agenda política.
El Ejecutivo ya blanqueó hacia la interna que no habrá “salario universal” y que se segmentarán tarifas el año próximo, es decir, medidas antipáticas para la clase baja y la clase media. Son señales de austeridad fiscal dirigidas al organismo multilateral de crédito. Pero el giro ortodoxo tendría vigencia hasta que eventualmente Cristina pateara el tablero. De todos modos, el guiño que le ha dado la Justicia parecería aplacar las ganas de la Vicepresidenta de volver a convulsionar al oficialismo con una declaración pública.
La oposición y sus frentes
La tensión que se observó en la semana en las jornadas federales de la Fundación Pensar, con el misil dialéctico de Macri –“todos los curas quieren ser Papas, pero primero hay que competir”- más que obturar un rápido posicionamiento de Larreta como candidato natural del PRO en 2023, tendría como objetivo poner límites a la postura dialoguista que intentaría imponer el alcalde porteño.
El próximo 7 de diciembre, Diputados definirá sus autoridades y se sabrá quién quedará a cargo del interbloque de Juntos por el Cambio. El radical Mario Negri, que gusta de embestir al oficialismo, podría resignar su cargo. Se tratará de un bloque de 117 diputados donde habrá “pesos pesado” como María Eugenia Vidal, el exministro del Interior, Rogelio Frigerio, el ganador de la pelea bonaerense, Diego Santilli, o el radical Facundo Manes, que prometen dar álgidos debates con el oficialismo. La buena elección del frente opositor le dificultará al Frente de Todos conseguir quorum aunque, por costumbre, el debate por el Presupuesto quedaría fuera de esa disputa.
En la oposición tampoco hay consenso para un tema tabú en medio de las urgencias económicas que registra el país, como los proyectos en danza para modificar la ley provincial que prohíbe la reelección indefinida de intendentes bonaerenses. Aunque hacia afuera declaren que están en contra de enmendar la norma acordada por Vidal y Sergio Massa en aquel lejano 2016, hay alcaldes del PRO que no ven con malos ojos la posibilidad de intentar continuar “un período” más al frente de sus municipios.
Es que hoy la herramienta más probable que utilizarían los intendentes peronistas para lograr su cometido sería “la legal con un reclamo a la justicia” que no compute como primer mandato el registrado durante el año en que se sancionó la normativa en la Legislatura provincial
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