A poco de las elecciones, consideramos que nuestro espacio político aún está a tiempo de hacer una buena lectura en relación a las demandas de una sociedad que viene golpeada por la pandemia y por la debacle económica que dejó Juntos por el Cambio, debido a un endeudamiento sin precedentes, bajo la conducción del expresidente Mauricio Macri.
La mayoría de las personas no se detienen a echar culpas a la pandemia, pareciera que a nadie le importa si casi al mismo tiempo de la asunción de un nuevo Gobierno, la Argentina debía enfrentar una de las pandemias más amenazantes de los últimos tiempos a nivel global, desprovista de un sistema de salud público efectivo y relativamente preparado para contrarrestar algo por todos desconocido.
Pero claro, la Argentina había dejado de tener un ministerio de Salud público para pasar a transformarlo nada menos que en una triste secretaría, sin recursos y sin atención a requerimientos de ningún tipo. La sociedad no repara en ello, claramente. Sobre la marcha, los pocos recursos dejados en las arcas del Estado, que se pretendían inyectar para la tan deseada reactivación de una economía agonizante, debieron ser en su mayor porcentaje destinados a poner en marcha nuevamente el Ministerio de Salud nacional, desarmado, devastado y saqueado por el macrismo.
Es entendible que, ante las necesidades básicas como la falta de alimentos y empleo, las y los argentinos terminemos perdiendo la capacidad de ver y entender ejemplos como el de más arriba relatado. A la gente no se le puede pedir que deje de comer, o pedirles a nuestros abuelos que dejen de comprar sus medicamentos. Pero sí se le puede pedir un poco de reflexión y que recupere esa capacidad de comparación. Porque si de comparación se trata, recuerdo cuando la oposición, en su momento partido gobernante, les quitaba la cobertura de medicamentos a nuestros abuelos, les quitaba los subsidios a los clubes de barrio, tan importantes estos para la contención de nuestros chicos y chicas. De las Pymes generadoras del 65% del empleo genuino, y producto de las tarifas dolarizadas, la Argentina pasó a tener pequeñas y medianas empresas empobrecidas, que lo único que en ese momento producían eran despidos, hasta llegar al punto límite de obligarlas a cerrar sus puertas, dejando miles y miles de trabajadoras y trabajadores en las calles.
Ahí es donde la sociedad debe reflexionar y hacer su comparativa. Elegir un modelo de economía opresora que te mantendrá vivo a fuerza de endeudamiento, o un modelo que permita políticas previsibles para la generación de mayores puestos de empleo y de calidad, garantizando lógicamente los derechos adquiridos de sus trabajadores. Políticas que planifiquen una educación de calidad y apostando fuerte en la inversión en ciencia y tecnología, que en definitiva hacia allí es adonde van todos los países desarrollados, y no ese modelo que viene planteando la oposición, que se salve quien pueda. Mientras los guardianes de la libertad lo hacen a través del negocio de la bicicleta financiera y la fuga de capitales después. La Argentina está a tiempo de ponerse dignamente de pie con el esfuerzo y el compromiso de todas y todos. Pero el mayor compromiso se debe asumir en noviembre cuando debamos decidir responsablemente qué tipo de Argentina queremos para vivir.
Daniel Giúdiche, Dirigente del Frente de Todos de Junín.
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