Axel Kicillof se concentra en sostener su gestión y plantear propuestas hacia el futuro.
PANORAMA PROVINCIAL

El oficialismo hoy navega en un clima de intrigas y desconfianzas

Las heridas por los forzados cambios en el gabinete de Axel Kicillof no acaban de suturar. Rebeldes, las cicatrices se resisten a desaparecer. Las casi dos semanas que discurrieron desde que se produjo el desembarco de intendentes en el equipo provincial, no alcanzaron a disipar los recelos ni las desconfianzas.
En el equipo del Gobernador se auscultan los movimientos de los nuevos funcionarios. Se trata de un monitoreo diario que tendrá una evaluación final el 14 de noviembre a la noche, cuando toquen las campanas que anuncien el resultado de la elección legislativa. “Ahí se verá cómo fue que anduvo la UTE”, grafican en la provincia. De esa forma describen, con una alta dosis de ironía, la sociedad política entre Máximo Kirchner, un grupo de intendentes encabezados por el nuevo jefe de Gabinete Martín Insaurralde, y Sergio Massa.
Esa misma sociedad es la que terminó de alguna forma forzando, con la anuencia final de Cristina Kirchner, la virtual intervención que se produjo en el gabinete provincial y que terminó con un loteo en el que ganó espacio el poder territorial del peronismo.
Ahora, al menos eso se lee en diversos actores del Gobierno, esos sectores son los que tendrán que mostrar en la cancha si están en condiciones de transformarse en los hacedores de producir un hecho por demás complejo: dar vuelta el resultado adverso que el peronismo cosechó en las PASO. “La responsabilidad es de Insaurralde; él tendrá que ordenar a todos los intendentes y evitar que ninguno se haga el vivo”, señalan en el círculo de Kicillof. Y completan: “Veremos si manejan lo que dicen o son sólo marketing”.
En el Frente de Todos empieza a surgir la sospecha de que si la boleta de diputados nacionales que lidera Victoria Tolosa Paz no logra acotar distancias con Juntos por el Cambio, en las comunas los alcaldes se replieguen en la defensa de las gestiones locales. En el Conurbano ese fenómeno ya se verificó en las PASO donde la candidata a diputada nacional obtuvo casi 60 mil votos menos que las listas de concejales.
Kicillof, mientras tanto, se concentrará en sostener su gestión. Visitará territorios e inaugurará obras. Pero el trabajo electoral fino en busca de captar desencantados con el oficialismo quedará en manos de Insaurralde, que se calzará el atuendo de héroe o villano en unos 40 días.
El oficialismo ausculta y mira a cerca del millón de personas que no fueron a votar y que podrían hacerlo en noviembre. Y a los 860 mil que se inclinaron por fuerzas menores que no pasaron el corte de las PASO. Allí puede estar el elixir de la victoria o la poción indeseada que preferiría no tener que saborear. 
Un reciente estudio de la consultora Synopsis refiere que en 15 circuitos electorales muy importantes del Conurbano de Moreno, Quilmes, La Matanza, Merlo, Lomas de Zamora y Florencio Varela, se registró una muy baja participación electoral. En ellos, en 2019 el Frente de Todos le había sacado a Juntos por el Cambio la friolera de 54,9 puntos de ventaja. El 12 de septiembre se redujo a apenas 24. Allí buscará sumar el aparato territorial del peronismo bonaerense para intentar dar vuelta en algunos de esos distritos la foto del mes pasado.