Axel Kicillof se pondrá a la cabeza de la campaña bonaerense de cara a las elecciones legislativas.
Axel Kicillof se pondrá a la cabeza de la campaña bonaerense de cara a las elecciones legislativas.
PANORAMA PROVINCIAL

Interrogantes que genera la convivencia forzada entre Kicillof y los intendentes

Toda aparición de una novedad genera interrogantes. En la política, suelen ser aún mayores. La mutación forzada que se produjo en el gabinete de Axel Kicillof multiplica las preguntas por dos cuestiones centrales. En primer término, porque el gobernador se había manejado en un círculo de decisiones cerrado, con escaso o nulo protagonismo del resto de los sectores del Frente de Todos. Hasta que la derrota electoral se llevó puesto ese esquema de administración, no existía lugar para quienes no abrevaran en ese reducido núcleo de confianza.
La otra cuestión tiene que ver con el perfil de quienes terminaron perforando la coraza del kicillofismo. Los intendentes del Conurbano, con el explícito aval de Máximo Kirchner, han tomado posiciones estratégicas en el Ejecutivo. Cómo funcionará aquel círculo cerrado oficial conjugado con la voracidad de aquellos dirigentes acostumbrados a la áspera pelea territorial del Gran Buenos Aires, es toda una incógnita. Alcaldes que, además, el mandatario provincial nunca quiso en su equipo.
Son estilos y prácticas muy distintas. Kicillof ha debido aceptar una suerte de intervención externa en algunas áreas clave de su administración como la Jefatura de Gabinete y el ministerio de Infraestructura donde llegaron Martín Insaurralde y Leonardo Nardini. Resistió hasta donde pudo la embestida; aún lo sigue haciendo.
Existen dos gestos fuertes del Gobernador para proteger a los funcionarios que debió entregar a manos de Máximo Kirchner y los intendentes. La primera tiene que ver con la creación de una superestructura para Carlos Bianco, el desplazado Jefe de Gabinete que fue designado como jefe de asesores del mandatario. Cinco subsecretarías, ocho direcciones generales y ocho direcciones de línea, son parte del entramado burocrático del organismo que manejará este hombre de confianza de Kicillof. “Es una jefatura de Gabinete paralela”, exageran en sectores del peronismo. Quizás no sea extremo plantear que la estructura de la nueva Asesoría podría generar la sana envidia de los ministerios más pobres como Trabajo y Asuntos Agrarios que deben arreglarse con bastante menos.
Al otro ministro desplazado, Agustín Simone (Infraestructura) fue a parar al Instituto de la Vivienda. También, se cuenta, con una generosa estructura renovada. Se dice incluso que el área se mudaría a otro edificio para tener su propio radio de acción lejos de la influencia de Nardini.
Son detalles de la nueva escenografía gubernamental que alumbró con la derrota en las PASO. Kicillof se veía venir un cambio en su equipo desde el momento en que fue parte del engranaje kirchnerista para presionar a Alberto Fernández con la premisa de que modificara su propio Gabinete. Lo que acaso no previó fue que Bianco sería la presa por la que terminó yendo La Cámpora con el aval de la vicepresidenta.
Con el hecho consumado ocurrieron otros enjuagues. En círculos del poder se comenta que Insaurralde, el nombre elegido originalmente, habría propuesto ayudar desde el territorio sin asumir la Jefatura de Gabinete. Propuso a su amigo, el diputado provincial y ex intendente del Partido de la Costa, Juan Pablo De Jesús. Kicillof habría rechazado ese enroque que le imponían: al final el alcalde de Lomas de Zamora terminó aceptando.
El paquete de llegada de jefes distritales se complementaba con otra movida: la creación de al menos dos ministerios: Medio Ambiente y Cultura. Cuentan que tenían nombres propios. El primero, para la diputada nacional camporista Daniela Villar; el segundo, para la legisladora platense, Florencia Saintout. Al final, en medio del derrape en las urnas y el malestar ciudadano, se terminó juzgando inconveniente avanzar con la creación de más burocracia estatal. Hay quienes cuentan que una de las voces disonantes frente a este armado fue la propia Cristina Kirchner.
Mientras pasa el temblor, el oficialismo busca enderezar la campaña rumbo a noviembre. Empieza a ganar cuerpo la estrategia de que el propio Kicillof sea la cara principal de la actividad proselitista bonaerense, incluso con preeminencia sobre los dos primeros candidatos, Victoria Tolosa Paz y Daniel Gollan. Del resto, del trabajo en el territorio, del plan rastrillo para ir a buscar casa por casa a quienes no votaron en el Conurbano, se encargarán los intendentes del PJ y su aceitados aparatos estatales.
Esperan contar en esa tarea con que la ayuda del efecto derrame de las medidas económicas que anunció y anunciará el Gobierno nacional. Qué, básicamente, lleguen a los bolsillos de esos sectores cercanos al peronismo que no fueron a las urnas.

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