Los datos históricos vienen bien para medir la magnitud de la debacle electoral del oficialismo en la Provincia. A decir de la propia Cristina Kirchner en su explosiva carta del jueves, una caída “sin precedentes”.
En 2015, el PJ dividido y con Aníbal Fernández como candidato a gobernador -a quien se le cargó la mochila de aquella derrota histórica frente a María Eugenia Vidal-, sumó 3.230.789 votos. Hace una semana, peronismo unido mediante, la candidata oficialista Victoria Tolosa Paz obtuvo 2.789.022 votos de acuerdo al recuento provisorio, 441.767 adhesiones menos.
Impresiona más la comparación con la elección de 2019 que terminó consagrando a Axel Kicillof. El actual mandatario obtuvo 5.274.511 votos, es decir, al Frente de Todos se le escurrió en dos años la friolera de 2,5 millones de adhesiones en su principal bastión electoral.
El clima revulsivo instalado en el oficialismo tiene diversas motivaciones, pero la grave situación económica y social se lleva todas las miradas. Las políticas del Gobierno nacional han quedado bajo fuego interno y Alberto Fernández se vio forzado a cambiar su Gabinete. Frente a ese escenario, ¿qué hará Kicillof?
El Gobernador también ha sido derrotado. Su distrito perforó un piso de votos histórico para el peronismo y ahora los intendentes del PJ, convidados de piedra de su gestión, vociferan críticas contenidas. Las reuniones que Kicillof convocó con los alcaldes para analizar el resultado electoral arrojaron algunas conclusiones centrales: para los jefes distritales, en el equipo del gobernador también hay funcionarios que no funcionan.
No hubo planteos de cambios. Quizás no hicieron falta. Bastaron las críticas que aparecieron frente al desempeño de diversas áreas de gestión. Al tope de los reclamos aparece el manejo de la seguridad a cargo de Sergio Berni. “Muchos distritos están detonados”, señalan los alcaldes. No fueron tan severos delante del Gobernador y del propio Berni, a quien le cuestionan falta de resultados concretos y actitudes que no comparten.
El malestar con el equipo de Kicillof llega hasta otro ministerio clave: Educación. Allí la apuntada es Agustina Vila, una funcionaria de bajísimo perfil a quien casi no se le conoce la voz. En los distritos apuntan que parte de la derrota electoral habría que cargársela al mal manejo de la actividad escolar durante la pandemia. El impacto social de los colegios cerrados, afirman los intendentes, fue muy fuerte. Y aclaran que muchos de ellos todavía siguen sin funcionar con normalidad.
El resabio de restricciones que quedan de la pandemia es otro de los motivos de inquietud de los alcaldes. Kicillof escuchó de los intendentes del Interior un consejo con tono de súplica: que levante las restricciones que aún quedan para algunas actividades para tratar de mitigar el malhumor social. “Es evidente que la gente votó por otra cosa, enojada por la situación económica”, describen.
Hay una tercera área que se mira con recelo desde los distritos: Obras Públicas. De hecho, entre otros cuestionamientos, los intendentes reclaman que se ejecuten ya obras chicas para generar mano de obra rápida en los distritos.
Esos reparos a la marcha de la gestión provincial abren una serie de interrogantes. ¿Operará rápido Kicillof para introducir cambios en su elenco? Y en ese caso, ¿abrirá el juego al peronismo tradicional de la Provincia o se seguirá refugiando en su círculo más cercano y funcionarios de La Cámpora?
Mientras tanto, el Gobierno bonaerense ultima detalles del lanzamiento de una serie de medidas sociales y créditos con la misma lógica que utiliza Cristina Kirchner para exigirle al Presidente “que honre el compromiso con el pueblo”.
Los intendentes esperan que surjan paliativos. Y, en especial los del Conurbano sur que alcanzaron a lamer las mieles de la victoria, que se les reconozca que evitaron un desastre electoral mayor.
PANORAMA PROVINCIAL
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