Era muy temprano cuando al girar por la esquina del municipio me encuentro con la producción publicitaria de un candidato en campaña. Me llamó la atención la impostura al re-constuir una situación que debería ser natural, levantarse temprano para trabajar. Lo que sigue en esta columna es una reflexión de lo observado en tiempos pre-electorales. Una relación forzada entre el signo, entendido como el recurso para mostrar lo que una persona hace, y la realidad: es decir lo que verdaderamente hace.
A nivel local, regional o nacional. Las estrategias son diversas, no todos tienen el mismo punto de partida. Algunos pujan por ganar visibilidad, notoriedad y recordación de cualquier manera. Otros por diferenciarse o quitarse lo que les sobra, como Florencio y su spot paródico. En ese camino podemos repasar algunos recorridos muy pobres y no me refiero a presupuestos sino a cuestiones intelectuales.
El ejercicio que imagino que hacen es repasar lo que mueve el amperímetro de las redes sociales entendida como “la audiencia”. Es decir ya no es “la gente” sino la “la gente en las redes” que no es lo mismo. Y ahí van, a la caza de esas situaciones. Más allá de algunas “recorridas” genuinas por los barrios, la mayoría solo formula imágenes o enunciados donde se los puede ver en diferentes situaciones: preocupados señalando un basural, entregando tres chapas a un refugio canino, cerca de un anciano o lanzando golpes bajos y frases estereotipadas con ceño fruncido. Todo muy obvio, sobre todo cuando le suman un par de perfiles falsos creados y operados por ellos mismos para generar comentarios positivos.
Galeano dice que la utopía está en el horizonte y ellos lo saben cuando utilizan la palabra “cambio” o “renovación”. ¿De qué se trata esa promesa, qué viene detrás, cuál es la propuesta? Solo eso, usar el desgaste del que está ahora para ganar un metro. Un concepto “flaco” para desplegar una plataforma política, mucho más cuando sabemos que esa actitud confrontativa con el satus quo finaliza cuando son “tentados” y pasan a formar parte de lo que hoy cuestionan enfáticamente.
Las campañas políticas me interpelan como profesional. ¿Qué mostrar, cómo mostrarlo y qué decir? ¿Cómo competir en un contexto de tanta banalidad? ¿Seguir la misma fórmula o romper con esta secuencia y plantear una receta que además del candidato construya un representante? ¿Cuál es la esencia de la persona, su fortaleza, su promesa, su actitud, compromiso y postura diferencial? ¿Cómo hacerle llegar a la gente una plataforma concreta con estímulos creativos? No empatizo con las regulaciones pero creo es tiempo de intervenir y normatizar las campañas para que este circo metafórico tenga un marco veraz, acaso de eso depende el futuro de nuestro país evitando que al poder lleguen candidatos de cartón pintado.
MARKETING APLICADO
Candidatos de cartón
La campaña como argumento.
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