El imaginario popular refiere a que la primera generación funda la empresa, la segunda la disfruta y la tercera la funde. Si bien entiendo que hay muchos casos que esta “máxima” aplica, considero que la empresa familiar local debe revisar formatos y metodologías para permanecer y crecer desde la combinación de perspectivas.
Una de las cuestiones más recurrentes es el alto grado de conflicto interno que surge del choque de dos visiones. Por un lado, el líder patriarcal que resiste la cesión del poder, demorando así la adaptación a las nuevas reglas competitivas que impone el mercado, y por otro las generaciones sucesoras que llegan con nuevas posturas que deben ser escuchadas sin perder el foco del negocio.
Los desacuerdos permanentes surgen del choque de dos paradigmas, “el fundador” que tiene una receta que ya no aplica y “el sucesor” quien llega con nuevas posturas profesionales y es señalado como fundamentalista teórico. Egos, celos, discusiones y otras cuestiones se trasladan de la casa al trabajo y viceversa. Cuando esto sucede, la postura dominante concentra la información, el poder de decisión y las tareas desarrollando un modelo viciado que no tiene mucho futuro.
Si bien la mayoría de los problemas están centrados en esta cuestión de enfrentamiento entre dos frentes muy definidos, puede suceder también que haya un eslabón que no esté interesado en continuar con el negocio por lo que se genera una ruptura en el compromiso familiar. En estos casos, se genera un vacío por el cual las generaciones subsiguientes no aprenderán nada del negocio y solo les interesarán los dividendos. Muchos comercios tradicionales de nuestra ciudad desaparecieron por este motivo.
Vivimos en tiempos de cambios y aceleración y las recetas de la abuela ya no aplican para resolver cuestiones de negocio. El modelo para pensar la gestión de habilidades ensambladas debe ser otro. La empresa no puede seguir la lógica familiar con el formato “mesa de domingo” sino que debe tender a la profesionalización de la gestión.
En este contexto, la gestión y continuidad de la familia empresaria necesita de nuevos códigos, formas de plantearse, donde no hay fórmulas. Lo que hay es la necesidad de ser flexibles, y aprender a no tensar la cuerda hasta que se rompa. En estos tiempos cambiantes, hay que revisar las creencias más arraigadas, para no perecer en el intento. ¿Qué dice tu padre?.
MARKETING APLICADO
Papa-padrino
La empresa familiar.
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