Nota de color
Eufemismos contemporáneos.
Como seguramente saben, la imagen que ilustra esta columna ya no forma parte del frente de las harinas. Un retazo de nuestro patrimonio cultural-comercial que está en vías de extinción. Antes de seguir, aclaro que yo nunca le diré la “negra de Blancaflor” sino tan solo la señora de color. Un eufemismo que ojalá me ayude a evitar el radar de los garantes de la moral.
Hoy las marcas se ven obligadas y acorraladas a hacer una lectura obsesiva de lo que dicen las redes, caso contrario serán lapidadas. Una denominada deconstrucción que lejos está de situaciones concretas o reales y solo responde a calmar interpretaciones tendenciosas y en algunos casos violentas.
Cuenta la historia que la imagen de la marca responde en realidad a un homenaje y que nada tiene que ver con promover, recordar o validar la esclavitud. Acaso es imposible explicar eso en la góndola pero el mandato social dicta “ablandar” y adaptar el packaging a tiempos sensibles. Frente a este pensamiento malicioso me pregunto ¿cuántas marcas deberían modificar su identidad atendiendo estas perspectivas, hasta dónde llegaría este revisionismo?
Los tiempos cambiaron y en la mayoría de los casos lo celebro pero si lo miramos de otra forma, el hecho de quitar a la “señora de color” y reemplazarla por manos blancas (que no son de color negro) ¿no puede ser interpretado como una intención de invisibilizar a la raza? Para pensarlo, digo siempre es posible enroscarnos más.
Vamos camino a una deconstrucción que probablemente destruya todo. Desde los rasgos más simples hasta las expresiones más inocentes. No es mi intención calificar ni descalificar a nadie, solo describir un fenómeno que también alcanza al discurso. Solo se trata de la forma y el contexto. Así como decía el maestro Fontanarrosa, hay palabras que son irremplazables. Uno de sus ejemplos es la palabra “mierda”. Acaso por estos tiempos a una mala persona le tendríamos que decir, sos un “excremento”. No es lo mismo, naturalmente. No tiene el mismo impacto.
Otro hito absurdo de estos tiempos híbridos fue cuando el Manchester United sancionó al futbolista uruguayo Cavani por decirle “gracias negrito” a un amigo. La defensa del goleador fue tan precisa como lapidaria, “Quienes me conocen saben que mi esfuerzo siempre busca la alegría de los más simples”.
De simpleza hablamos, de hechos y no de retórica. Del lenguaje como un medio y no como un fin en sí mismo. En este caso, se trata de una ilustración simple, sin mensajes subliminales negativos. Bajen las armas o en tal caso pensemos que es una pastelera libre, empoderada y de color. Hasta siempre negra linda!