¿Cómo ha tenido que adaptarse su estilo de comunicación como portavoz de tres secretarios generales diferentes que proceden de entornos culturales distintos?
- Lo que ha evolucionado por completo es el panorama y la presión que sufre la Organización para comunicarse mucho más rápidamente con los periodistas, y eso ha hecho que mi oficina se vea sometida a mucha más presión para comunicarse con los medios de comunicación y con la Organización en su conjunto. La llegada de las redes sociales también nos ha hecho replantearnos el estilo de comunicación. Básicamente ha creado un público nuevo en el sentido de que ahora nos comunicamos de forma directa con el público, mientras que antes lo hacíamos a través de los medios de comunicación.
La cuenta del secretario general en las redes sociales no está gestionada por mi oficina. Las redes sociales han aumentado la presión sobre los periodistas para que presenten sus artículos con mayor rapidez, ya que antes los periodistas que escribían para un periódico o presentaban un programa de televisión lo hacían una vez al día, y eso era todo. Ahora están presionados por sus editores para que presenten durante todo el día grandes historias que deben ser actualizadas en Twitter, Facebook o Instagram.
Tenemos la necesidad de alimentar "la máquina de la prensa" mucho más rápidamente. Lo que tenemos hoy es un ciclo de noticias que gira cada vez más rápido, mientras que el ciclo diplomático -con el que trabajamos- parece ir un poco más rápido pero en realidad se mantiene a una velocidad constante. Como consecuencia de ello -para la Oficina del Portavoz- el reto es: cómo convertir la velocidad del ciclo de noticias con la velocidad del ciclo diplomático. La diplomacia se mueve a un cierto ritmo, probablemente por las razones correctas.
- Muchos movimientos y miembros del personal de la ONU han pedido una secretaria-general mujer. Según la política de género, el puesto debe recaer en una mujer si reúne las condiciones para ello. ¿Cree usted que, como el secretario general está intentando ser reelegido, está disuadiendo de alguna manera a las mujeres de presentarse?
- Desde luego que no. Ha sido muy claro al decir que se pondrá a disposición de cualquier proceso abierto que el Consejo de Seguridad, la Asamblea General y los Estados miembros quieran que tenga.
Ha conseguido enormes avances en cuanto a la paridad de género dentro de la Organización. En menos de dos años se ha alcanzado la plena paridad en los niveles de dirección, puestos que él nombra directamente. Ahora también tenemos plena paridad en el nivel de coordinador residente en 166 países y territorios. Esto es algo que está bajo su autoridad directa. Dijo que lo haría. Y lo hizo con relativa rapidez, teniendo en cuenta cómo se mueven las cosas en el sistema de la ONU. Y lo ha hecho no solo porque es lo correcto, sino también porque se trata de la relación de poder; es también una forma de abordar los problemas de acoso o abuso sexual dentro de la Organización. Ahora tiene más mujeres en puestos de poder. Ha seguido una política muy feminista en su forma de dirigir la Organización.
- Usted debe ser una persona con muchas anécdotas, muchas de ellas que no puede compartir pero otras que sí. Si tuviera que elegir una, la mejor anécdota, la más incómoda o la más divertida trabajando como portavoz, ¿cuál sería?
- Te contaré la más incómoda. Mi peor momento. Fue el riesgo de crear un gran lío al más alto nivel. En 2015, estaba con Ban Ki-moon en El Cairo durante el conflicto de Gaza. Estábamos con el ministro de Asuntos Exteriores de Egipto y con John Kerry como secretario de Estado de Estados Unidos. Estábamos dispuestos a emitir una declaración, una declaración unilateral del secretario general pidiendo un alto el fuego en Gaza. Los estadounidenses querían que hiciéramos una declaración conjunta. Teníamos un borrador de declaración que había enviado a Nueva York, y les dije: "¡Aguanten! No la publiquen".
Hubo un error de comunicación y la declaración se emitió. Literalmente, la sangre corría por mi cabeza. Estaba fuera de la sala. De golpe salieron, hablé con el secretario general y le dije "Señor, hemos emitido la declaración por error. Le pido disculpas". Me miró y dijo: "Andá a explicárselo al secretario de Estado". Así que me acerqué a John Kerry y le dije: "Señor, usted sabe que hemos emitido la declaración. Lo siento mucho". Me abrazó y me dijo: "No te preocupes, los errores ocurren". Le estaré agradecido porque si me hubiera levantado la voz, creo que Ban Ki-moon me habría despedido en el acto.
Aquí hay otra. Estábamos en Gaza con António Guterres en 2019. Fuimos a una escuela y nos reunimos con un grupo muy pequeño de mujeres - cinco o seis de ellas eran madres. Le estaban contando al Secretario General sus problemas, la vida en Gaza, y una de ellas necesitaba tratamiento médico. Necesitaba nuestra ayuda y el Secretario General se dirigió al personal local de la ONU para que la ayudara. Cuando nos íbamos se dirigió a mí y me dijo: "¿Cómo se puede esperar que ayudemos a millones si no podemos ayudar a una sola persona?".
Y eso siempre se me quedó grabado, porque creo que a veces hablamos de cifras de personas necesitadas y son sólo números, pero cuando las conoces te das cuenta de que la forma en que tenemos que hacerlo es ayudando a una persona por vez. Detrás de cada número hay una historia, hay un niño, hay una mujer y hay un hombre, cada uno con su propia humanidad y sus propias necesidades.
(*) Este artículo fue publicado originalmente en UN Today.
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