Los principales actores institucionales del país están subordinados a los graves efectos de la pandemia, que se convirtió por peso propio en el factor determinante la política argentina. El Gobierno hace malabares para darle continuidad al plan de vacunación y trasluce impotencia por no poder imprimirle mayor velocidad, mientras que la oposición se debate entre la necesidad de diferenciarse pero sin llegar al punto de que se la acuse de boicotear la política sanitaria.
El presidente Alberto Fernández va y viene entre la ira que le despierta el discurso de los exponentes más radicalizados de la oposición –los llegó a calificar de “imbéciles”- y la necesidad de convocar a los que tienen responsabilidad de gestión para que equilibren la balanza en Juntos por el Cambio. Pero a juzgar por el último documento de la mesa nacional de la coalición opositora, meter la cuña en esas diferencias no sería efectivo para el Frente de Todos.
Ese texto, que anticipó el rechazo a las medidas restrictivas que preparaba la Casa Rosada, no fue alumbrado sólo por el ingenio de Patricia Bullrich, quien se posiciona en las antípodas del peronismo gobernante, sino que influyeron dirigentes moderados como Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau. A tal punto, que el equipo de comunicación que redactó la base del documento fue el del Gobierno porteño.
La postergación de las PASO
La pandemia también se impone en el plano político-electoral. La propuesta del Gobierno para postergar las PASO al segundo domingo de septiembre y las elecciones a noviembre, expresada por el ministro del Interior, Wado de Pedro, deja a la coalición opositora ante una disyuntiva: reclamar garantías de que el Gobierno no propicie en verdad la suspensión lisa y llana de las primarias, pero sin romper puentes para no ofrecer una excusa política al oficialismo.
Por eso los jefes de los bloques de JxC, Mario Negri (UCR), Cristian Ritondo (PRO) y Juan Manuel López (CC) se sentaron a la mesa con De Pedro y Sergio Massa, el titular de la Cámara de Diputados, para desplegar una estrategia preventiva. Como las leyes electorales se aprueban con mayoría absoluta –la mitad más uno del cuerpo-, si no hubiera acuerdo multipartidario el Senado podría modificar el proyecto y la oposición no tendría los votos para insistir en la Cámara baja.
“Podemos tirar de la cuerda, pero no romperla”, se sinceró un legislador opositor, barbijo mediante, en el salón de los Pasos Perdidos del Congreso. Por ende, se abre ahora un escenario favorable a la postergación de las PASO, sobre la base del “borrador” que envió el viernes De Pedro a Diputados, en cuyos fundamentos se indica que las enfermedades respiratorias alcanzan un pico en la semana 28 del año, en julio, lo que se agravaría con la segunda ola de Covid.
La persistencia de la inflación
El escenario que imaginaba el Gobierno para este año, expresado en el Presupuesto elaborado por el ministro Martín Guzmán, era el de una recuperación económica que le permitiera competir en buenas condiciones con la oposición en las urnas. Pero si bien el nivel de actividad es superior al de un 2020 jaqueado por la cuarentena estricta, la segunda ola de la pandemia abre serias dudas sobre el análisis oficial. Con un agregado que suma incertidumbre: la persistencia de la inflación.
En la oposición no faltan los que creen que las nuevas restricciones decretadas por el Gobierno persiguen un objetivo colateral: planchar la actividad económica para ponerle un bozal a la inflación. No obstante, la sanción definitiva en el Senado de la ley que sube a $150.000 el piso del impuesto a las Ganancias y el ingreso a Diputados de otro proyecto para diferenciar el pago de ese gravamen entre empresas chicas, medianas y grandes de acuerdo al producto de sus utilidades anuales, indican que al menos un sector del oficialismo sigue apostando a la reactivación de la economía. Aunque la vieja fórmula de apostar al consumo no contribuya a bajar la inflación.
Las miradas se enfocan una vez más en la provincia de Buenos Aires. Tanto en el plano económico como en el electoral, el Conurbano y las grandes ciudades como La Plata serán determinantes para la suerte política del Frente de Todos, cuya fortaleza nacional se asienta en territorio bonaerense. La propia Cristina Kirchner, su hijo Máximo y el gobernador Axel Kicillof trocaron hace rato sus orígenes distritales. Sergio Massa completa la escudería oficialista en la primera provincia.
La dureza que transmite el gobernador Kicillof sobre la necesidad de aumentar los controles al transporte público y a las reuniones sociales –comprobados focos de contagio de Covid- revela que el oficialismo apuesta al plan de vacunación como su carta principal no solamente en el combate a la pandemia sino también a la hora de encarar la campaña electoral. Paradójicamente, la oposición pone la mayor parte de su empeño en denunciar falencias de la política sanitaria.
En rigor, la pandemia se asemeja a un tsunami que pasa por el encima de la política en su conjunto: expone las carencias del Gobierno y pone en jaque su estrategia para el año electoral, pero también desnuda las distintas miradas que subyacen en Juntos por el Cambio y acota su margen para hacer una oposición a ultranza. Claro que unos y otros declaman, hacia afuera, el valor de la unidad que se fortalece en el espanto a lo ajeno antes que en la convicción propia.
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