Con sorpresa y preocupación por el distanciamiento entre las prioridades que tienen puertas adentro del Palacio Municipal y la realidad que viven las y los cien mil juninenses, escuchamos el anuncio de nuestro intendente de invertir treinta millones de pesos en la remodelación de la avenida San Martín.
Ya quedó claro que el municipio está más o menos presente en el centro de la ciudad, pero al hacer unas cuadras más vemos barrios que se siguen anegando en sus calles de tierras haciéndolas intransitables día a día, donde aún hay cuadras sin cloacas ni agua, los servicios esenciales para garantizar también una calidad de vida y que inciden directamente en la salud de la población. Una realidad en la que existe un servicio de transporte público que deja mucho que desear y que se ven cada vez con menos pasajeros y no es por causa de las medidas de protección sanitaria, sino por una deficiencia marcada del Estado municipal, que hace que las y los juninenses vuelvan otra vez a volcarse a otros medios alternativos, la moto, la bicicleta o hasta la caminata.
Una realidad en la que las víctimas de violencia de género, un drama social que se ha visto recrudecido y que en nuestra ciudad también costó vidas, no encuentran solución ni respuesta adecuada, ni siquiera merece algún párrafo destacado en el discurso del jefe de gobierno juninense ante el Concejo Deliberante. Como lo vienen denunciando las concejalas y los concejales del bloque del Frente de Todos, las políticas en este sentido brillan por su ausencia.
Una realidad en la que el déficit habitacional es agobiante. Golpea diariamente y genera incertidumbre en centenares de familias juninenses que no pueden encontrar en este aspecto tampoco una respuesta acertada y concreta del Estado municipal.
Una realidad en la que la cultura y el turismo juninense que, al igual que en el resto del país, se ha visto seriamente golpeada por la pandemia, pero afortunadamente un Estado provincial acudió en auxilio, porque de lo contrario la ausencia concreta de la administración municipal hubiera generado el colapso de ambos sectores.
No hay una decidida voluntad de intervenir en solucionar las necesidades concretas y reales de las y los juninenses. Como tampoco la hubo en los pasados cuatro años del peor gobierno nacional y provincial, en los que los tarifazos y una política nefasta hicieron estragos entre la población que a pesar de marchas y reclamos constantes; siempre encontraron oídos sordos y puertas cerradas de parte del intendente Pablo Petrecca y sus funcionarios.
Hoy asistimos ante este anuncio tan disociado de la realidad. Y una vez más también se observan los contrasentidos. Por un lado, se convoca a aportar ideas para el futuro del predio de la actual Terminal en Rivadavia y avenida San Martín y, por el otro, se decide en forma unilateral y arbitraria llevar adelante una remodelación millonaria que no es prioridad en el aspecto urbano y social actual de la ciudad.
Como siempre queda en evidencia, además del divorcio con la realidad de las y los juninenses, la falta de diálogo, la ausencia de consenso y la decisión de hacer a voluntad del Jefe de Gobierno. Algo que va en contramano de las tendencias mundiales ya que muchas comunidades implementan lo que se conoce como Presupuesto Participativo: una herramienta con la que las y los vecinos sean gestores de su desarrollo.
No tendremos la ciudad avanzada, progresista y atractiva que necesitamos si no la miramos en su totalidad, incluyendo a todos nuestros barrios. No tendremos igualdad de oportunidades si no somos capaces de ver a Junín de forma integral. Para volver a ser la perla del noroeste, para forjar un Junín del Bicentenario modelo de ciudad intermedia pujante, hay que modernizar la forma de decidir. En seis años, cumplimos los 200 años, lleguemos a ese momento histórico con un Junín para todos y todas.
Sería interesante que se revea esta determinación y que tal vez quede para tiempos mejores, más propicios, cuando se hayan dado respuestas a las necesidades importantes y reales de nuestra comunidad.
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