La jornada no había dado respiro, pero igualmente terminó en una cena de alto voltaje político en la quinta de Olivos. Allí se vieron las caras el presidente Alberto Fernández, tres ministros del Gabinete nacional y cinco intendentes del Conurbano. Entre los comensales estuvo además Máximo Kirchner, quien procura encaramarse en la cúspide del PJ bonaerense a caballo de la promesa de destrabar judicialmente la reelección de los jefes comunales de cara a 2023.
En medio de las graves dificultades sanitarias y económicas que afectan al país, el Frente de Todos tiene un objetivo concreto para resistir en términos políticos: ganar las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires. A la mesa del chalet principal se sentaron dos ministros con inserción territorial: Gabriel Katopodis (Primera Sección) y Jorge Ferraresi (Tercera). También fue de la partida Wado de Pedro, el titular de la cartera política que pivotea entre el kirchnerismo y la mesa chica de la Casa Rosada. Entre los intendentes estuvieron Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), Juan Zabaleta (Hurlingham), Alberto Descalzo (Ituzaingó) y Gustavo Menéndez (Merlo).
“El tano” Menéndez había dejado atrás a su socio político en el PJ bonaerense, el intendente Fernando Gray (Esteban Echeverría), siguiendo la zanahoria de que Alberto Fernández lo designaría como secretario general del PJ nacional. Pero ese cargo finalmente quedará para Wado de Pedro, de quien se fían Máximo y Cristina Kirchner. En ese contexto político asumirá mañana el Presidente la jefatura del peronismo a nivel nacional, rodeado por leales a la Vicepresidenta.
En el oficialismo circula otro comentario de manera recurrente: el protagonismo que recuperó Sergio Massa con el proyecto para subir el piso de Ganancias que será aprobado el martes por la Cámara de Diputados, podría deberse a un acuerdo a mediano plazo entre el tigrense y Máximo Kirchner de cara a 2023. El tándem político entre los legisladores también se ancla en la Provincia y eso se reflejaría en las listas de candidatos del Frente de Todos en territorio bonaerense.
Macri, sin jubilación política
Ese mismo jueves que terminó con la cena en Olivos, había reaparecido en la escena pública Mauricio Macri. El ex presidente jugó fuerte: la impresión generalizada que dejó la presentación del libro “Primer tiempo”, es que no se considera un jubilado político ni mucho menos. Delante otros posibles aspirantes presidenciales como Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, Macri avisó –apelando a la jerga futbolera- que piensa salir a jugar el “segundo tiempo”.
El regreso de Macri, en tono de campaña, no sólo impactó en el PRO sino también en la UCR. El presidente del Comité Nacional, Alfredo Cornejo, aseguró ayer con énfasis: “Si el título del libro genera conjeturas, diría categóricamente que en el segundo tiempo tiene que haber nuevos jugadores”, remarcó el diputado mendocino. El radicalismo se encuentra en pleno debate en torno a su rol dentro de Juntos por el Cambio, que hasta el momento fue a la zaga del macrismo.
La elección interna que hoy tendrá lugar en la provincia de Buenos Aires registró un antecedente en Córdoba, donde el oficialismo partidario –bajo el liderazgo de Mario Negri- se impuso con lo justo a una lista opositora que apadrinó el senador Martín Lousteau. La interna bonaerense de la UCR también viene muy comentada: el sanisidrense Gustavo Posse acusa al PRO y al vidalista Joaquín de la Torre de interferir en la campaña; y a él lo señalan por sus vínculos con el PJ.
La segunda ola
Mientras el oficialismo y la oposición se alistan para la próxima campaña electoral, el país real sigue emitiendo señales demoledoras. El secuestro de la niña M. que tuvo en vilo a los argentinos exhibió con crudeza el flagelo de la pobreza infantil y la marginalidad, que se concentra en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
En tanto, Alberto F. en la cadena nacional del jueves pasado dio cuenta de hasta qué punto le pesa al mandatario no poder conseguir la cantidad de vacunas necesarias para inmunizar a la población. El Presidente parece depender de que Rusia y China cumplan los contratos firmados por sus laboratorios. La Casa Rosada reaccionó ayer con la afirmación de que los vacunados –casi dos millones y medio de personas- superaron el número total de infectados.
Al cumplirse un año de las primeras medidas de aislamiento que decretaron el Presidente y los gobernadores, los efectos de la pandemia y la cuarentena se sienten en el cuerpo social: más de 54.000 personas murieron de coronavirus; se perdieron tres millones de puestos de trabajo –de los que se recuperó sólo un millón- y cayeron miles de pymes y comercios en todo el país. La amenaza de que viene una segunda ola no hace más que alimentar pronósticos sombríos.
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