La semana pasada el Gobierno local activó la agenda de “obras” y aprovechando el día de los enamorados desarrolló un sentido acto donde estuvo presente el intendente. Sin meterme de lleno en las críticas que pude observar en las redes, tomo la cuestión para evaluar los recursos utilizados en la comunicación, me refiero asl branding de proyectos públicos.
“La Península de los enamorados” es una intervención municipal que sucede a “El Balcón del sol” entre otros, una tendencia al “naming” (bautizar) que denota un rasgo de gestión. Cuestiones retóricas que exponen a cada desarrollo a una sobre-expectativa contraproducente. Se trata de una verbosidad, un exceso en el uso del recurso para darle mayor visibilidad, valor o relevancia a la cuestión.
A riesgo de ser injusto y evaluando racionalmente las “obras” mencionadas, se trata de la puesta en valor de una zona. Nivelación de terreno, postes, piedritas y algunas plantas. Hasta ahí está perfecto, lo que sigue es percibido por muchos como “humo” o “puro marketing” (otra vez la liga la actividad) cuando en realidad es tan solo un recurso mal utilizado. En este sentido, tenerlo a disposición no implica ejecutarlo, es decir no todo es permeable de ser “bautizado”.
Es un ejemplo, no es mi intención señalar a ninguna gestión de gobierno en particular, sobre todo en un país donde la costumbre es inaugurar las obras tantas veces como sea posible. Solo me despierta curiosidad la tendencia al desarrollo de pequeñas marcas que antes de surgir son castigadas, devaluadas y próximamente olvidadas.
Una concepción integral debe evaluar estas cuestiones, quizá la mejor forma de difusión era mediante el perfil bajo y que la sorpresa encuentre al vecino, un domingo por la tarde. Claramente, la necesidad de “generar agenda” obliga a este y a todos los gobiernos a buscar impacto promocional prensable. El punto sensible es qué comunicar y cuándo comunicar, sobre todo en un contexto que demanda de obras relevantes que cuenten, ahí si, con la presencia del intendente en un acto oficial.
El “deber ser” es nivelar las expectativas, las que podemos generar a partir de los recursos que tenemos a disposición y las que percibe la gente en el encuentro real y concreto con el lugar. El abuso genera el efecto contrario al que uno se propone. Bombo y platillo y al llegar, todo se derrumba. Ahora si, a cargar las reposeras y vamos todos a disfrutrar de estos rinconcitos mejorados de nuestra hermosa laguna.
MARKETING APLICADO
Península y Balcón
Verbosidad en la obra pública.
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