La caída en desgracia de Ginés González García fue cantada muchas veces antes de que realmente sucediera. En plena pandemia, el peculiar estilo del ahora ex ministro de Salud había motivado a la Casa Rosada a marcarlo de cerca, particularmente en el ámbito de la comunicación. Al tiempo que el Instituto Patria kirchnerista seguía con recelo algunas amistades del experimentado funcionario, que por cierto van más allá de la grieta política imperante.
Por eso, la designación de Carla Vizzotti como sucesora de Ginés cayó como una fruta madura para Alberto Fernández. La rapidez con la que actuó el Presidente una vez que estalló el escándalo del vacunatorio VIP revela que ya había pensado el reemplazo en varias ocasiones. La hasta ayer secretaria de Acceso a la Salud elevó su perfil público apuntalando la gestión en la lucha contra el coronavirus y gestionó la llegada de la vacuna rusa Sputnik V.
La flamante ministra de Salud tiene terminales en el kirchnerismo, como lo prueba su participación en el viaje secreto que se hizo a Moscú bajo el ala política de Cristina Kirchner; y también en el albertismo, con llegada directa a la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra. El cargo que deja Vizzotti, en tanto, será ocupado por Alejandro Costa, otro funcionario de la cartera sanitaria nacional.
De ese modo, la mesa chica de la Casa Rosada busca quitarse de encima el estigma de que cada vez que se abre un espacio en el Gobierno, lo ocupan funcionarios cercanos a Cristina o a Máximo Kirchner. No obstante, la fulminante salida de Ginés deja abiertas las suspicacias que se dispararon sobre la supuesta intencionalidad política del periodista Horacio Verbitsky cuando comentó que se había vacunado por una gestión directa del ahora ex ministro de Salud.
Caras largas en Olivos
La asunción de Vizzoti en Olivos se hizo en un acto que no contó con discursos oficiales ni con una posterior conferencia de prensa en la que el Gobierno diera alguna explicación de lo ocurrido con Ginés. Entre los funcionarios del Gabinete se entremezcló el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, pero la titular del Senado, Cristina Kirchner, siguió el entuerto a 2.750 kilómetros de distancia, en El Calafate.
En una estrategia de control de daños, desde la Casa Rosada dejaron trascender la frase “con la vacuna no se jode”, que atribuyeron al Presidente en los minutos de furia previos a la decisión de pedirle la renuncia a Ginés. Alberto Fernández también definió que su amigo el diputado Eduardo Valdés y el senador Jorge Taiana no participarán de la delegación que lo acompañará a México para la visita oficial que comenzará mañana.
Valdés y Taiana recibieron la vacuna Sputnik V en la secretaría privada de Ginés con el argumento de que viajaban a México y el protocolo de la Presidencia se los había indicado, pero así y todo los bajaron del avión.
Además de ratificar la alianza estratégica con el presidente Andrés Manuel López Obrador, Alberto Fernández buscará en México confirmar el avance de la vacuna de AstraZeneca, cuya sustancia activa se elabora en la Argentina. En otro plano, resulta probable que el Presidente reciba algún cuestionamiento por las multas que el Gobierno aplicó a empresas del sector alimenticio, entre ellas la mexicana Fargo, a raíz de los aumentos de precios.
En la previa del viaje al Distrito Federal, el Gobierno buscó ayer contrarrestar el efecto negativo del vacunatorio VIP con la confirmación de que el Comité Noruego aceptó la postulación de Alberto Fernández como candidato al Premio Nobel de la Paz, presentada por un grupo de diputados bolivianos que responden políticamente a Evo Morales. Tanto Fernández como López Obrador participaron del operativo para sacar de Bolivia al expresidente. Pero debe tenerse en cuenta que el presidente mexicano mantuvo una estrecha relación con Washington durante el anterior mandato de Donald Trump y hasta llegó a impedir el paso por México de las caravanas de centroamericanos militarizando la frontera con Guatemala.
Lo cierto es que la Casa Rosada difícilmente podrá evitar que se siga discutiendo sobre los privilegios que algunas personas –dirigentes políticos, empresarios, periodistas y hasta referentes de los derechos humanos- tienen sobre el resto de la sociedad a la hora de acceder a la vacuna contra el coronavirus. Por eso el escándalo del vacunatorio VIP montado en el Ministerio de Salud le pegó a Alberto Fernández debajo de la línea de flotación.
Una cuestión de imagen
La imagen positiva del Presidente cayó en los últimos meses al 35 por ciento de los consultados en la mayoría de las encuestas, no sólo por cuestionamientos de orden político sino principalmente porque el Gobierno no logra poner en caja la economía, que enflaquece el bolsillo de los argentinos. De ahí que el oficialismo busca instalar una “agenda positiva” con proyectos como la suba del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias.
La iniciativa comenzará a ser tratada esta semana en la Cámara de Diputados, con un formato informativo, puesto que las comisiones no podrán emitir dictámenes hasta el inicio de las sesiones ordinarias, el 1 de marzo. Además, la Cámara baja debe consensuar el protocolo de sesiones que está vencido. El escándalo del vacunatorio VIP no contribuye a los acuerdos: los diputados radicales piden ahora la interpelación del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero.
En forma paralela, los equipos técnicos del Frente de Todos en el Congreso trabajan en otro proyecto de ley para incluir en los cambios de Ganancias a los trabajadores autónomos, unos 500.000 en todo el país, y los monotributistas, calculados en 3,6 millones de personas. Junto a los empleados en relación de dependencia, el objetivo del oficialismo es que más de cinco millones de trabajadores tengan un alivio fiscal que les permita mejorar su poder de consumo.
El Senado, por su parte, se reunirá el miércoles para avanzar con la sanción del Pacto Fiscal que firmaron la Nación y las Provincias, a excepción de la ciudad de Buenos Aires, en medio del conflicto por la quita de coparticipación. El alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta, que la semana pasada capitalizó políticamente el regreso de las clases presenciales, envió un mensaje directo a la Corte Suprema de Justicia: “Estamos esperando el fallo”, advirtió.
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