Si fuera por la Casa Rosada, Sergio Berni no tendría chance alguna de encabezar la lista de diputados nacionales por la Provincia, tal cual es su deseo y del Instituto Patria. No pocos funcionarios están convencidos de que el ministro de Seguridad bonaerense apadrinado por Cristina Kirchner, está al frente de una gestión que no parece estar a la altura de las expectativas.
Berni acaba de pasar por otra semana compleja. Aunque hay que concederle que logró resolver la amenaza de una protesta policial que remitía a los tensos episodios que se vivieron en septiembre del año pasado. Apeló a la desafectación de unos 400 efectivos que habían participado de aquel motín que concluyó luego del compromiso del gobierno de Axel Kicillof de disponer un aumento salarial, que ofició de medida disuasoria: las movilizaciones que se venían convocando por las redes sociales se terminaron evaporando ante el temor de nuevas sanciones.
En Seguridad hacen la interpretación inversa: aseguran que los reclamos no tenían que ver con lo salarial, sino que apuntaban, justamente, a frenar esas sanciones que estaban en marcha. Berni tiene en carpeta cerca de 1.400 más. Se verá si mueve es ficha en las próximas semanas o la guarda para cuando la situación lo amerite.
La lectura crítica que hacen sectores del Gobierno nacional sobre la gestión del ministro es compartida por el poder territorial del peronismo. Varios intendentes del Conurbano sienten que la inseguridad viene aumentando en sus distritos. En las últimas horas Kicillof les propuso hacer una extensa jornada de trabajo con el titular de Seguridad para coordinar acciones.
Los alcaldes toman el pulso de sus comunas como nadie. Y si bien comenzaron a recibir patrulleros y otros móviles comprados con recursos que en su momento aportó la Casa Rosada (y que ellos mismos habían gestionado ante Alberto Fernández, lo que generó el enojo de Kicillof y Berni), sienten que el delito se les disparó.
La alta dosis de animosidad con el ministro de Seguridad que emerge sugerente de despachos porteños puede que tenga otros condimentos que excedan los picantes cruces que supo mantener con su par nacional, Sabina Frederic. En clave electoral se piensa que una candidatura de Berni es riesgosa producto, justamente, de cierto desgaste que ven en la mediática figura del funcionario. También pesan otros intereses: aquellos que empujan para que el Presidente encabece con un hombre propio la lista de legisladores nacionales de la provincia más importante del país. Ese nombre sería el del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero.
Se trata de una discusión que nadie quiere forzar. Pero quienes verían con entusiasmo esa posibilidad recuerdan que el funcionario, más allá de sus cualidades, es portador de un apellido indubitablemente peronista. Interpretan que sería un activo importante a la hora de seducir a sectores del PJ que muestran cierta distancia del kirchnerismo.
Existe otra cuestión un poco más ríspida hacia las entrañas del Frente de Todos. La que remite a la imagen de Alberto Fernández en la Provincia en comparación con la del Gobernador. “En todas las encuestas el Presidente mide más”, señalan en ámbitos oficiales con datos en mano. La eventual entronización de Cafiero en la lista de diputados nacionales quizás podría leerse como un reconocimiento a esa percepción ciudadana.
Claro que no sería la única lectura posible en caso de que Cafiero se transforme en el líder de esa lista bonaerense. Hay quienes interpretan, incluso dentro del propio gobierno nacional, que sería una salida elegante para un funcionario que hasta no hace mucho tiempo estuvo en la mira de los cañones del Instituto Patria, en el lote de los “funcionarios que no funcionan”, según la vicepresidenta.
En la oposición también creen en la “teoría Cafiero”. Suponen que el oficialismo no correrá el riesgo de empujar a un ministro de Seguridad en funciones como candidato, expuesto a que cualquier hecho de inseguridad -de los que abundan en la Provincia-, consiga lo que no pueda obtener el previsible discurso crítico de Juntos por el Cambio.
En las últimas horas sobrevoló la versión de que Berni tendría la intención de dejar el cargo. Fue en los momentos de tensión previos a la protesta policial que no fue. Puede que esté primando la misma evaluación que hace la oposición: si finalmente se define que sea candidato, acaso sea más conveniente que lo haga fuera de la peligrosa trinchera que supone estar al frente del ministerio de Seguridad.
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