Febrero es un mes especial en el cual “el aire huele a tus violetas”, mamá. Al amanecer, cuando se despereza el sol en las sierras y la luz inunda la casa, su tibieza arropa mis manos y siento la caricia de las tuyas en mi cuerpo, recuerdo tus escritos: “Agradezco a Dios el haber tenido una hermosa niñez. Me crié en la casa de mi abuela materna, donde viví y pasé gratos momentos. Era muy mimada por mis abuelos y tíos, aprendí a leer antes de comenzar la escuela, rodeada de libros que me regalaban. No tuve que cursar primero inferior, como se decía antes. Sabiendo leer y resolviendo unos simples ejercicios me derivaron a primero superior. Así, conocí a mis amigas con las que aún continuamos una sincera amistad, aunque estemos distanciadas.
Al terminar la Primaria, pasamos al nivel Secundario, en el cual vivimos una hermosa adolescencia, que no olvidaré jamás.
Mis amigas pasaron a la facultad, donde pudieron terminar sus carreras. Una es abogada: Sara García, y la otra es médica: Vera Morielli. Yo, por no alejarme de mi familia, no continué estudiando, me dediqué a trabajar en la ENET 2 “Patricias Argentinas”. Me gustaba conversar con las niñas y mis compañeras, compartiendo la enseñanza.
Mamá es Mirta Mabel Oviedo, la casa de los abuelos persiste al tiempo en la calle Remedios de Escalada, donde el otoño tapiza el empedrado de verdes, ocres y amarillos –cruje en los pies -.
La imagen de tres amigas, dejando estelas de sueños a sus pasos, en un parloteo incesante camino al Colegio Nacional (Promoción 1954), no es nada difícil de recrear después de escuchar y leer tantos relatos. La primaria fue compartida en la escuela Centenario, también conocida como Escuela N° 22.
Siempre juntas, durante el sendero de sus vidas a pesar de sus ocupaciones. Ese instante mágico de meriendas o cenas compartidas, matizadas de anécdotas y una vez al año la infaltable cena de promoción.
Hoy Mirta Mabel, desde otro lado, pero seguro que, sin faltar a la cita, sigue diciendo presente. Sé que, briznas de luz, dulzura, comprensión y amor, esparció en su trabajo, hasta fue aliciente y testigo de proyectos de vidas, en su querida “Escuela Técnica de Mujeres”.
Puedo llenarlos de recuerdos, bellas oraciones, versos...Puedo elogiarla, por supuesto, si es mamá, pero solo me resuena el eco de su voz diciendo: “La vida es muy hermosa”.
A quien la recuerde y lleve en su corazón: ¡Gracias, Gracias, Gracias!
Febrero huele a sus violetas…
Mamá falleció el 17 de julio de 2020, en casa, rodeada del amor de sus hijos (Raquel, Carlos, Isabel). Gracias a sus amigas por acompañarnos. El 12 de febrero sería su cumpleaños. Besos al universo.
Isabel Ramón
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