Con luz optimista hacia el final del túnel
No pecaremos de originales al afirmar que son los momentos de mayor crisis en los cuales pueden aflorar yacimientos de enormes desafíos y oportunidades para recuperarnos y crecer de forma sustentable. Con esa filosofía hemos gestionado desde el minuto uno de la pandemias.
En marzo estábamos ante la encrucijada para optar por alguno de los dos caminos que ofrecía la coyuntura, que eran los de sucumbir o redoblar esfuerzos.
Pero el mundo pyme y el del comercio argentino tienen una destacada resiliencia a partir de las crisis de las últimas décadas. Razón por la cual, sucumbir en el intento nunca fue una opción.
Por eso, desde el primer día de la pandemia, nos pusimos a trabajar en el regreso hacia la nueva normalidad, con diseños de nuevos modelos de negocios en base a nuevas estructuraciones de costo, proponiendo un nuevo sistema impositivo y combatiendo a la economía clandestina e ilegal. Sobre esto hemos avanzado con distintos grados de progreso.
Asimismo, hemos avanzado sobre capacitación y actualización laboral para que el personal cesante por cierres masivos de establecimientos pueda prestar sus servicios en otras oportunidades.
Todas estas acciones enumeradas y otras que hemos realizado sirvieron para contener la hemorragia que fue bastante profunda. No obstante, en algún momento tenemos que ir por una segunda fase qué es la de acompañar, generar y proponer medidas proactivas que aceleren la recuperación y que promuevan un mayor crecimiento de la economía.
“Tenemos el desafío de trabajar juntos para recuperar las economías regionales, e empleo y la actividad económica”
En primer lugar, tenemos que recrear el stock que fue drásticamente reducido por la inactividad industrial en los primeros meses de la pandemia.
En ese marco, debemos recrear la oferta de bienes y servicios pensando no solamente en el mercado nacional sino también en una visión exportadora que incremente el ingreso de divisas.
Tenemos el desafío de trabajar juntos para recuperar las economías regionales, el empleo y la actividad económica a través de la producción, la capacitación continua, el comercio habitualista y la producción.
Pensemos entonces en nuevos horizontes para lograr esta recuperación y crecimiento sostenidos. Pensemos en aplicación de nuevas tecnologías, y en la innovación. Concretemos de una vez y para siempre una inquebrantable y perdurable alianza de la industria, el estado y el sistema científico y tecnológico.
Pensemos también en las energías renovables como la eólica, la energía solar fotovoltaica o térmica de concentración y en otras. Pensemos en la inteligencia artificial y la robótica en un esquema donde todos podamos incrementar riqueza. Con profesionales de calidad y personal de soporte logístico.
Todo suma y mejora si hay una debida integración de recursos y consensos entre los protagonistas del quehacer productivo y comercial.
Es necesario y urgente que se trabaje sobre una convocatoria para el diseño ya no de una economía posible, sino de un país soñado.
(*) Presidente de la Confederación Económica de la provincia de Buenos Aires.