Los de negro ganaron en todo, hasta en el homenaje
"Jugarás por aquellos que usaron esta camiseta antes y la dejarás en un lugar mejor”. Eso es el “legado”, la leyenda que envuelve a la camiseta All Black. La que el sábado el capitán Sam Cane tenía en sus manos y dejó en el piso antes del haka contra Los Pumas. Primero la desplegó mostrándole el reverso a los jugadores argentinos y, cuando la depositó en el césped, ya todos pudimos ver que la número 10 negra decía “Maradona”. Si algo le faltaba al ídolo era eso, camiseta con su nombre de la selección más efectiva en la historia de todos los deportes. Dimensión del mito.
Tamaño gesto dejó más expuesta la tibia actitud Puma, un brazalete negro imperceptible, demasiado poco para el crack que siempre los había acompañado, como hizo con casi todas las selecciones nacionales.
Y luego vino el haka. No fue el tradicional “Ka Mate”, sino el más exclusivo “Kapa o Pango”, que los All Blacks ejecutan en circunstancias más especiales y que puede significar respeto máximo ante el partido, acaso un aviso de que saldrán a comerse al rival. “¡Somos los All Blacks!”, terminó el rito maorí. Y así fue. El 38-0 ante unos Pumas que terminaron agotados de tanto defenderse fue un alivio para unos All Blacks que temían una tercera caída seguida y una crisis inédita, que podría haber dejado a las puertas del despido al entrenador Ian Foster, en su primer año de contrato.
El homenaje a Diego Maradona siguió en la tribuna. Al minuto 10 del partido jugado ayer en Newcastle, los hinchas argentinos, los más ruidosos entre los diez mil espectadores, comenzaron con el clásico de Rodrigo, que se escuchó además en la megafonía del estadio. Pero el homenaje coincidió con una nueva sucesión de ataques All Blacks, tan inquietantes que fueron apagando el canto, que cesó cuando esa serie de ofensivas terminó en try, primero de los cinco del partido y que ahora dejan a los neocelandeses a las puertas del Tri-Nations. No habrá crisis All Black, sino que seguramente llegará un nuevo título.
Las pelucas Maradona y las banderas con leyendas (”Sembró alegría en el pueblo”) mantuvieron el homenaje, además de un coro sostenido que sirvió de emotivo apoyo final al equipo argentino, cuando Los Pumas seguían a puro tackle para frenar la tormenta negra (fueron 149 tackles en total, 15 de ellos a cargo de Marcos Kremer, que jugó 60 minutos, es decir, un tackle cada dos minutos). En el entretiempo, la TV revivió una vieja visita de Maradona al vestuario Puma, que fue recordada en los micrófonos por otro “Mago” pero de la ovalada, Juan Martín Hernández, comentarista en ESPN. Así fue todo en la madrugada del sábado.
Entre homenaje y partido. Partido y homenaje. Y si la defensa argentina siguió siendo siempre conmovedora, lo que le faltó justamente a Los Pumas fue algo de “magia” para aprovechar las pocas ocasiones de ataque que tuvo el equipo. Inesperados errores de manejo (34 grados de calor, humedad alta, pelota “enjabonada”) frustraron esas ocasiones. El 0-10 del primer tiempo fue casi un regalo ante tamaño dominio negro. Pero el 0-38 final no.
Ilusionó un hermoso ataque con ocho pases seguidos al inicio del segundo tiempo. Pero luego vinieron los regalos. A los errores del medio scrum Felipe Ezcurra se sumaron los del ingresado Santiago Carreras. Le interceptaron dos pases en apenas dos minutos y fueron sendos tries consecutivos de Nueva Zelanda, que llegó más descansada al duelo, contó esta vez con un arbitraje benévolo y, aún sin deslumbrar, se desquitó plenamente de la derrota de dos semanas atrás.
La prensa neocelandesa, que pidió cautela y no se fió de la formación rival con muchos cambios (”no volvamos a subestimar a los argentinos”) había especulado antes del partido que Los Pumas podrían jugar entonados para honrar a Maradona. Pero Diego ya no juega más. Hacía tiempo que había dejado de jugar. Sus glorias solo eran repetición abusiva en la tele. Por sus cumpleaños, por cualquier aniversario o porque cada recaída hacía temer lo peor. Hasta que lo peor sucedió. Fue shockeante, claro, pero sin derecho a la sorpresa. Acaso con algún descuido en su asistencia de los últimos días que precipitó todo, como claman ahora algunos de sus familiares. Pero nunca es fácil cuando el propio personaje parece ir derecho a su final, como si ya fuera un alivio también para él mismo.
Acaso como si hasta el propio Diego ya no podía soportar más el peso de haber sido Maradona. Los que terminaron sin poder soportar el peso del partido fueron Los Pumas. El último try, ya en el descuento, casi no tuvo resistencia. Y la tele, tras las entrevistas de rigor, decidió cerrar su trasmisión con el homenaje del rugby argentino al crack. Diego abrazado, bailando, celebrando o alentando a Los Pumas. “No tenemos camiseta, tenemos tatuajes”, los arengaba. “Defendió siempre al país, a los colores argentinos, al deporte argentino”, lo recordó a su vez el capitán Pablo Matera. Y así también lo recordamos todos. Hasta la camiseta All Black. Cada uno dejando su propio legado. Amar al deporte. Honrar la camiseta.