La derecha está decidida a elevar la apuesta y a poner en juego cosas que no tienen repuesto. "Cuanto peor, mejor" parece ser el lema de quienes se proponen como alternancia para 2021, dos años antes del final del actual gobierno (según supimos por las declaraciones de la presidenta del Pro, que no pudo dominar a su subconciente).
El manual de desestabilización política que siguen no es de su autoría, ya se aplicó y se aplica en otros países de la región con resultados que debieran preocuparnos. Cuestionar la transparencia de un resultado electoral contundente (como acaba de hacerlo el otro Bullrich sobre las PASO de 2019); presentar como espontáneos los desbordes de energúmenos que se sienten dueños de la calle y atacan a periodistas y opositores; profundizar en la destrucción de la reputación de quienes constituyen un obstáculo para su proyecto (como lo siguen haciendo desde los medios del grupo económico insignia del poder verdadero), son todas tácticas desplegadas para vaciar a la democracia de todo contenido social.
Apelan también el recurso por excelencia: acusar al gobierno de totalitario, anti republicano y anti democrático, al tiempo que son ellos mismos quienes desconocen leyes, procedimientos y hasta la disidencia interna si no concuerda con su proyecto incendiario. Una constante inversión del sentido. En los años que viví en Buenos Aires vi varias veces que, cuando el punguista era descubierto en el colectivo, era el propio ladrón el que acusaba a su víctima a los gritos para generar la confusión que le permitiera escapar (se entiende por qué lo traigo ahora a colación).
Lo que está pasando acá, ya pasó en otros países. Lo novedoso del caso argentino es que este plan se intenta a pocos meses de un fracaso rotundo de la fuerza que se propone para cosechar el fruto de la asonada. En este país la derecha no nos presenta una incógnita, no nos pide que le demos la oportunidad a un recién aparecido. El Pro ya gobernó, y produjo los resultados desastrosos que hoy se están tratando de remediar.
Lo novedoso del caso argentino es que para romperlo todo, la derecha convoca (y en parte lo consigue) a los mismos sectores medios a los que ya estafó con sus promesas pasadas. No hubo entre 2015 y 2019 sectores proporcionalmente más perjudicados que los sectores medios. De ese período terminaron con sus negocios cerrados o endeudados, con menos empleo, no sabiendo si podrían pagar sus créditos uva... en fin, mejor no completar la cuenta. Y sin embargo, por alguna razón, la derecha apuesta a volver a embarcarlos en un proceso que los lleve de nuevo al lugar del que lograron huir a tiempo.
Y lo novedoso del caso argentino, por último, es que la acusación con que se arremete contra el gobierno del Frente de Todos es la de cumplir con sus promesas de campaña. La "defraudación" que se le endilga a Alberto Fernández, justamente, es la de intentar honrar los compromisos asumidos con sus votantes, aún en medio de la peor crisis mundial que no pudo ser prevista por nadie. Quienes gobernaron estafando a su base electoral, hoy acusan a quien intenta cumplir su programa prometido. Notable inversión de sentido a la que, como ya dije, recurren constantemente la derecha argentina y el punga.
Nuestra actualidad es sumamente complicada, casi no hay quien no haya sido afectado por los efectos de la pandemia, nadie apele a la propaganda de que estamos bien. Estamos muy mal. Pero, también, ya se solucionó el problema de la deuda (defolteda por los mismos que la generaron) y se obtuvo un tiempo imprescindible para intentar un nuevo crecimiento. Y se evitó el colapso sanitario en que cayeron nuestros vecinos. Y se afrontó desde el Estado (o sea, entre todos) un esfuerzo inédito para sostener a flote toda la economía que se pudo. Y se le devolvió al Congreso el poder de debatir los grandes cambios que la sociedad necesita. Y se volvió a escuchar a todos, sin acallar a nadie ni a los anti sistema.
Por eso, a pesar de los discursos de odio, las grandes mayorías esto lo saben. La coherencia nos indica hoy que el gobierno se defiende saliendo de casa solo para lo inevitable. Pero que nadie se equivoque, esa calle será fácilmente recuperada un día no tan lejano para festejar el nuevo milagro argentino.
(*) Concejal del Frente de Todos.
COMENTARIOS