La dinámica se repite, ya sea en campañas publicitarias como en medios periodísticos, cualquier recurso es funcional para que el ratón caiga en la trampa. El clic es por estos días uno de los valores más preciados y no hay reglas para conseguirlo, tampoco noción de qué sucede cuando lo obtenemos.
Los diarios lanzan noticias engañosas, titulares llamativos e incompletos de modo de despertar la atención de los lectores quienes acceden a una nota que no cumple con las expectativas. En apariencia, objetivo logrado, el cortoplacismo indica que el medio obtuvo la métrica, es decir pudo armar su estadística amontonando personas que ingresaron a la nota: ¡obtuvimos 150.000 clics!
El marketing digital ha desatado una obsesión por la eficiencia y el cortoplacismo, que desprecia la construcción de medios o marcas creíbles en post de medir el retorno de la inversión. Una droga adictiva, un juego engañoso que atenta contra planes a mediano plazo, esos que verdaderamente marcan la diferencia.
Lo digital ha abierto una infinidad de posibilidades, se trata de un recurso que bien utilizado permite campañas efectivas y a bajo costo. Sin embargo, la lógica tiene errores que pocos ven. En primer lugar, si bien muchas de las personas alcanzadas entran en la estadística, son pocos los que consideran que esas personas también esquivan contenidos o descartan propuestas, aún entrando en los registros del clic.
La fruta es tentadora, las empresas necesitan certezas para su inversión y las campañas digitales prometen algo que históricamente se nos demanda a los publicistas, evitar el desperdicio. Se trata de una especie de tablero de control que genera una miopía cortoplacista. La promesa es clara, con los algoritmos que ofrecen las redes, quienes administramos campañas podemos alcanzar puntualmente a aquellas personas que están interesadas en nuestro producto, ante esto la pregunta es ¿y el resto? ¿Acaso no es necesario ampliar el público que hoy no está buscando lo que ofrecemos?
La gente no toma la decisión de compra cuando tiene la necesidad sino mucho antes, por eso entiendo que es un grave error pensar solo en el público que manifiesta interés por nuestro producto o servicio ya que en ese caso estaremos achicando nuestro mercado, encerrándonos en un pequeño segmento de personas que no nos permitirá crecer.
Ante esta obsesión por el clic, planteo combinar lo digital con acciones de efectos duraderos, focalizar en atraer más personas hacia nuestra marca, que la amen, sean fans, la elijan y prefieran antes de comprarla. De eso se trata, el resto es un juego peligroso, un pensamiento artificial que predomina por el advenimiento de la tecnología, una herramienta que necesariamente debe ser interpretada como tal y dominada por el pensamiento y no al revés. Dale al clic!
MARKETING APLICADO
Ratón
La miopía digital.
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