La larga y extenuante cuarentena genera malhumor social. Tanto que algunos de los infectólogos que asesoran al Presidente terminaron reconociendo que el endurecimiento de las restricciones que se aplicaron durante la primera quincena de julio no dieron los resultados esperados, justamente, porque la medida no tuvo el acatamiento ciudadano que se aguardaba.
Esa exasperación volvió a escena en las últimas horas y fue un elemento de peso que se tomó en cuenta para decidir dejar las cosas como están por los próximos 15 días. Lo curioso del caso es que la larga cuarentena no solo estaría minando la tolerancia de la gente. De a poco, comenzaría a erosionar el clima de concordia que terminó imponiendo a la política la emergencia sanitaria de los últimos meses.
Algunos hechos puntuales que sucedieron en la semana que culminó podrían constituir indicios de que, lentamente, aquella convivencia táctica empezó a transitar una etapa más impregnada por las urgencias electorales.
La Legislatura fue el escenario más palpable de ese viraje. Allí se vive un deja vu del arranque de la gestión de Axel Kicillof cuando la oposición logró meter mano y morigerar el aumento de impuestos que proponía el nuevo mandatario. Aquellas semanas de furia que jalonaron el comienzo del verano parecen haber retornado algunos meses después.
Tema de “fondos”
El motivo es otro: el intento del Ejecutivo para que la oposición le autorice tomar deuda por 28 mil millones de pesos para pagar deudas con proveedores y cubrir gastos adicionales vinculados a la pandemia y conseguir otros 500 millones de dólares con organismos internacionales para realizar obras, además del redireccionamiento de préstamos tomados por gobiernos anteriores con el Banco Mundial y el BID para destinarlos a otros fines.
El oficialismo asegura que Juntos por el Cambio está trabando la sanción de estos proyectos por una cuestión eminentemente política. La oposición, en tanto, acusa al gobierno de Kicillof y su tropa legislativa de querer imponer estas iniciativas a libro cerrado, sin detallar el destino que tendrán esos recursos.
En medio de ese tironeo alumbran otras cuestiones. La primera tiene que ver con los intendentes y sus necesidades financieras para mantener la gobernabilidad. La Provincia vino ayudando a las comunas, pero ese flujo de fondos que totalizaron en los últimos meses cerca de 12 mil millones de pesos se cortó en julio.
Ese dato es central para entender parte del mecanismo de negociación que ensayan emisarios del Ejecutivo: hablan con algunos jefes comunales opositores en busca de una interlocución que viene difícil en la Legislatura por asuntos que quedaron sin saldar. Por caso, sigue sin resolverse la apertura de espacios para la oposición en algunos organismos oficiales como el Banco Provincia.
Voces que suenan fuerte
En esa negociación cruzada los diputados y senadores opositores buscan que el endeudamiento quede atado, justamente, a las necesidades de los distritos. Una suerte de mecanismo de autodefensa en procura de evitar que el oficialismo rompa ese frente con los alcaldes. Por esa razón buena parte de la negociación que está trabada tiene como telón de fondo otorgarle oxígeno a las siempre complicadas cuentas de los municipios. Juntos por el Cambio quiere crear un Fondo de Infraestructura por 2 mil millones de pesos y que se ponga en marcha un programa similar que se había votado a fin de año y que nunca arrancó. También, que se garantice asistencia financiera para julio, agosto y septiembre y que los aportes de la Provincia para ayudar a las comunas no tengan que devolverse porque se conformaron con recursos no reintegrables que el Estado bonaerense recibió de la Nación.
El Frente de Todos reaccionó con dureza frente al freno opositor que tiene su mayor bastión en la mayoría que ostenta en el Senado. Un coro de ministros salió con los tapones de punta para acusar a Juntos por el Cambio de rechazar el endeudamiento con el único afán de poner trabas a la gestión. Algunos de ellos fueron un poco más allá y responsabilizaron directamente a María Eugenia Vidal.
Ese endurecimiento del discurso oficial empieza a ganar la escena política. Kicillof elevó el tono contra los medios de comunicación y fue respaldado en las redes sociales por Cristina Kirchner. Y el diputado Máximo Kirchner afirmó en un video que Mauricio Macri “es mejor turista de lo que fue presidente”, a propósito del comentado viaje a Francia del exmandatario.
“Van a explotar algunos petardos”, decían con ironía en sectores de la oposición. Para la política, como para la gente, la cuarentena ya impone límites mucho más laxos.
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