Se cumplen 129 años de la fundación de la Unión Cívica Radical y el recuerdo y la admiración a los hombres y las mujeres que marcaron su historia son necesarios, es una historia que nos moviliza. Pero particularmente este año, el inédito contexto que estamos atravesando nos impulsa más a mirar hacia adelante que hacia atrás, porque las crisis grandes dan lugar a cuestionamientos estratégicos y, también, a desafiarnos hacia adentro. Nuestra responsabilidad en esta coyuntura es la de dar un paso adelante y hacernos cargo del liderazgo político de la oposición republicana.
La nueva Argentina no va a venir. Hay que salir a buscarla, a forjarla, a construirla. En los próximos meses, quizás como nunca antes, nos vamos a jugar la posibilidad de construir un país libre, productivo, innovador, con posibilidades para todos. De esta pandemia, y de la crisis autóctona que la precede, no vamos a salir desempolvando y aplicando viejos manuales sino escribiendo nuestro propio libro. Y ese libro es el del partido del futuro.
Desde el radicalismo tenemos una gran oportunidad, en la medida que seamos capaces de articular una alternativa política que incorpore desde el primer minuto una visión del mundo y la adecuada inserción internacional de la Argentina en él. Y que ofrezca como plataforma básica para la transformación de la realidad un pacto federal, que revalorice y respete el rol de las provincias y los municipios; un pacto productivo, que ponga el acento en la exportación y en dinamizar el mercado interno, y un pacto social, que ponga el acento en la movilidad social.
¿Qué es lo que podemos esperar que pase en el futuro inmediato? Aunque la pandemia es un fenómeno planetario, los efectos en cada país estarán asociados con cada contexto regional y local. En muchos lugares está pasando, y la Argentina no es la excepción, el estado de emergencia fomenta la concentración del poder en el Ejecutivo. Pero nosotros tenemos un problema adicional, las fundamentaciones de muchas de las medidas que se adoptan en el contexto de la pandemia están basadas en una visión paternalista y autoritaria del Estado.
En tales circunstancias, el rol que debemos protagonizar desde el radicalismo y la coalición Juntos por el Cambio es de una importancia fundamental. Porque somos la única fuerza política electoralmente competitiva que puede aportar certidumbre en un escenario desconocido y confuso, en un momento de “recesión democrática”. Porque somos portadores de valores históricos democráticos en un sentido amplio, pero fundamentalmente porque contamos con el impulso de buscar soluciones novedosas e innovadoras para problemas nuevos, sin prejuicios ni dogmatismos, sin caer en lecturas ideologizadas y reduccionistas de la realidad.
El desafío del radicalismo es construir futuro sin renunciar a sus mejores tradiciones y valores, comprendiendo cabalmente que estamos en un mundo cuyo rango distintivo es el cambio, lo que nos exige superar modelos conocidos y agotados. Muchos años de políticas injustas o equivocadas, de las que no estamos exentos, condujeron a este presente. Es la oportunidad histórica de cambiarlo.
Nuestro partido es sinónimo de libertad e institucionalidad republicana. La salida que debemos impulsar para la Argentina es compatibilizar movilidad y transformación social con valores y procedimientos democráticos. Y no hay ninguna otra propuesta política mejor preparada para lograrlo en el mediano plazo. Por eso, ¡radicales, a las cosas!.
(*) Diputado provincial de Juntos por el Cambio.
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