La agroindustria es un sector estratégico y esencial que puede aportar producción, empleo y exportaciones en un nuevo mundo.
En tanto, la única certeza que nos dejó el coronavirus (Covid-19) es que hay un antes y un después.
El mundo no volverá a ser el mismo que conocimos. Lo que hace un tiempo funcionaba de una determinada manera, ahora lo hará de otra. Los cambios serán cada vez más acelerados. Se requiere estar preparados para afrontar los desafíos que vienen.
La agroindustria -en su conjunto- demostró estar a la altura de las circunstancias. En casi 80 días de cuarentena y aislamiento obligatorio, el sector logró abastecer de alimentos saludables a todos los argentinos llegando a cada rincón del país. Las particularidades de un evento desconocido nos llevaron a actuar rápidamente y a organizarnos en el marco de un nuevo reordenamiento socio-cultural.
Pero ahora, como integrantes de un sector estratégico y esencial, debemos pensar y diseñar la agroindustria post-pandemia. Es imprescindible tener presente que la única manera en que la Argentina encontrará un horizonte y un futuro promisorio es por la vía de la producción, el empleo y las exportaciones. Sabemos que los funcionarios del Gobierno nacional comparten esta visión porque así lo manifiestan.
En la industria molinera tenemos la capacidad para producir mucho más harina de lo que el mercado interno requiere.
Priorizando el consumo interno para los ciudadanos de nuestro querido país, debemos apuntar a exportar el excedente generando divisas, empleo y arraigo en las plantas instaladas en el interior del país.
En nuestro sector estamos próximos a tener, si el clima acompaña, una cosecha de trigo récord que podría superar las 20 millones de toneladas. La intención de siembra de los productores marca que existen incentivos para producir a pesar de las dificultades que estamos experimentando a nivel país (se sembrarán casi 7 millones de hectáreas).
Los molineros somos conscientes de que los nuevos tiempos requieren de una gestión hiperprofesional. Por eso analizamos continuamente herramientas para morigerar riesgos que siempre existen en el mercado.
El uso de forwards, de contratos futuros que nos brinda el Matba-Rofex, warrant, más otras alternativas que permitan un rápido acceso a capital de trabajo serán claves para asegurar al menos una porción de los precios y aprovisionamiento físico de los granos por procesar, incluso antes de que comiencen a sembrarse.
Debemos y tenemos en esta nueva realidad que poder acceder a acuerdos de integración estratégica dentro de los integrantes de la misma cadena.
Los métodos de trabajo, los hábitos de consumo y el comportamiento del consumidor cambiaron de manera drástica. Lo que antes era una opción hoy resulta una obligación por imposición. Ya nada será igual. La digitalización en la gestión llegó para quedarse y está en nosotros adaptarnos para lograr mayor eficiencia a la hora de producir, exportar y generar empleos de calidad. El nuevo mundo post-pandemia está golpeando la puerta. Adelante…
(*) Presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM).
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