“Gobernar no es sólo firmar decretos o dar discursos. Es principalmente tomar decisiones que sean comprendidas, aceptadas y compartidas por la inmensa mayoría de nuestro pueblo y que perciba que ellas son para mejorarle su calidad de vida y para que sus hijos y sus hijas y sus nietos y sus nietas, tengan futuro”.
Estas palabras que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner pronunció en el video con el que dio a conocer a todo el país hace poco más de un año la fórmula del Frente de Todos cobran hoy un sentido renovado. Porque desde el primer momento estuvieron presentes en la marcha del gobierno. Pero la llegada de la pandemia del coronavirus hizo ver a millones que esto era realmente así. Que lo que Alberto Fernández había prometido desde el primer día, poner al servicio de todos su experiencia para ayudar a sacar al país de un nuevo “laberinto”, iba en serio; empezando por la necesidad central de cuidar la vida de los 44 millones.
Pero no fue sólo eso lo que comenzó a tomar más nitidez en estas últimas semanas que nos pusieron y que nos ponen a prueba a cada momento. Pensemos en la valoración de este gobierno por una Argentina diversa y federal, con la necesidad de acuerdos con cada uno de los gobernadores, que también formó parte central de la campaña electoral. Quizás no se entendía bien el año pasado cuando Alberto decía que era “el más federal de los porteños”. Pero la convocatoria permanente a acordar con los gobernadores de todos los signos políticos el sentido de las medidas a adoptar en el marco del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) puso en escena una vez más esa convicción profunda.
Lo mismo ocurrió con el convencimiento del Presidente sobre los valores democráticos y republicanos, que reiteró en todo momento desde que se convirtió en candidato. Cuando desde algunos sectores se hablaba de estado de sitio, una herramienta constitucional que no está reservada para instancias como las que estamos viviendo, el Gobierno siempre la desestimó. Por eso también el Presidente mantuvo dos encuentros (inéditos en los últimos años) con la totalidad de los jefes de bloque del Congreso, para explicar las medidas adoptadas y escuchar sugerencias de mejoras.
También desde hace doce meses, desde el Frente de Todos comenzamos a recorrer el camino de convocar a una mayoría, pusimos en el centro la revalorización de la educación y de nuestro sistema científico tecnológico. Fueron los propios científicos los que expresaron rápidamente su apoyo, en un hermoso acto en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Allí Alberto se preguntó “por qué los científicos me dicen esto si yo estoy más convencido que ellos” de la necesidad de respaldo decidido por parte del Estado. Volver a elevar a nivel de Ministerio a Ciencia y Tecnología aparecía sólo como un gesto el 10 de diciembre de 2019. Quizás pasaba lo mismo con medidas similares que adoptamos en Salud. Pero hoy se entiende mucho más. Tan temprano como el 16 de enero me tocó anunciar aumentos en las becas doctorales y posdoctorales del CONICET. En febrero nuestro ministro Ginés González García anunciaba la adquisición de 1,2 millones de dosis de vacunas para garantizar la inmunización contra el meningococo de los/as niños/as de 11 años y la distribución de 8 millones de dosis extra contra el sarampión. Aquel cambio de prioridades se expresaba en medidas concretas. Ahora, la posibilidad de contar con un Ministerio de Salud que nos guía en medio de esta pandemia o el desarrollo hecho por nuestros científicos de un test de diagnóstico rápido de coronavirus son hechos que se conectan con aquellos otros, que parecen tan lejanos.
El 1 de marzo, ante la Asamblea Legislativa, el Presidente nos habló de darle a su palabra el valor del compromiso. Y, de alguna manera, no fue otra cosa la campaña electoral del Frente de Todos a la luz de estos primeros meses de gobierno. Que el PAMI vuelva a proveer a sus beneficiarios de medicamentos gratuitos. Que nuestros docentes puedan contar con su Paritaria Nacional. Que la deuda se negocie pensando en la sostenibilidad y no en el interés de dos o tres vivos. Que ante las dificultades un Presidente no le eche la culpa a “tormentas” externas o, peor, a los propios afectados, sino que sea el Estado el que salga al encuentro allí donde se necesite, con nuevos instrumentos como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) o la Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP).
En su anuncio de la Semana de Mayo de 2019, Cristina nos decía: “La situación del pueblo y del país es dramática. Y esta fórmula que proponemos, estoy convencida que es la que mejor expresa lo que en este momento de la Argentina se necesita para convocar a los más amplios sectores sociales y políticos, y económicos también, no sólo para ganar una elección, sino para gobernar. Porque algo le tiene que quedar claro a todos y a todas… Se va a tratar de tener que gobernar una Argentina otra vez en ruinas, con un pueblo otra vez empobrecido… Está claro, entonces, que la coalición que gobierne deberá ser más amplia que la que haya ganado las elecciones”.
Ese es el Norte de este gobierno. Volver a poner a la Argentina de pie convocando a todos y todas las que abrazan la actividad pública con responsabilidad y de cara a los y las ciudadanas. Ya va quedando claro. Los sectores que actúan desde las sombras, ocultos en ejércitos de trolls y buscando seguir garantizándose privilegios, no le van a torcer el brazo al Presidente de todos los argentinos, y a quienes tenemos el honor de acompañarlo. Están en juego la salud, la vida y el futuro de millones de argentinos y argentinas.
(*) Jefe de Gabinete de Ministros de la Nación.
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