"Tomás Carlovich quizá no necesita presentación. Se ha convertido en una leyenda, pero es real, vivió en Rosario y fue un maravilloso jugador de fútbol. Se ha hablado mucho de él en los ámbitos futbolísticos y su fama es tal que hasta una obra de teatro lleva como título su apodo, `El Trinche´.
Y bien ganado lo tiene. Porque fue un jugador excepcional, deslumbrante por su habilidad y juego, a lo que sumó ciertos rasgos de una personalidad bohemia y un modo de vida únicos, que ensanchan su figura hasta límites no comunes.
Un exquisito total, con una estampa de desprejuiciado que era coherente con su manera de jugar. Pero, entiéndase bien, una inteligencia futbolística actuada en base a destreza no exenta de lujos. Sabía que al fútbol se juega primero con la cabeza y luego con el cuerpo. Y ambas cosas las hacía de maravilla.
Todos aquellos que tuvimos la oportunidad de enfrentarlo –y de sufrirlo- no podemos dejar de reconocer sus grandes cualidades. Jugué en su contra en cuatro oportunidades: tres partidos oficiales y un amistoso. Él con la azul y roja de Central Córdoba, yo con la verde incorporada a mi piel.
El primer partido oficial fue en Junín, el 11 de junio de 1972: nos impusimos 3 a 0. En ese mismo año, el 11 de noviembre, en su cancha, les ganamos 3 a 1. Pero más allá del resultado, él siempre sobresalía, en cada pisada, en cada toque.
Y el restante, el 30 de setiembre de 1973 en Rosario y fue 4 a 1 en favor de ellos. En ese partido se enfrentaron dos que comulgaban un mismo modo de sentir el fútbol y la vida: nuestro Omar Atondo y el `Trinche´ ( ¡felices los invitados a la mesa del fútbol! ).
Los resultados los apunto como un simple dato. Confieso que me aburren las estadísticas. Sobre todo en el fútbol. Aun con un resultado adverso, los “tocados” –como el `Trinche´- siempre ganan. Nunca pueden ser derrotados. Al otro día del partido, al despertar, a pesar de haber perdido, ellos siguen siendo grandes; los demás solo interesan en las estadísticas. Como en la vida. Quienes son capaces de dejar algo importante para sus congéneres, del tenor que sea, viven la vida y la honran; los demás son “grises”: solo cumplen con su ciclo vital.
Y ahora va lo que interesa. Ese “tocado”, “iluminado”, también se puso la “sagrada camiseta verde”. Son pocos los que lo saben. Y pocos los que lo recuerdan, porque pocos fuimos los que lo compartimos. No me pidan exactitud en las fechas. Fue en los inicios de la década del 70. En Sarmiento pasó un jugador, Adolfo Celis, el `Peludo´, que si no recuerdo mal tenía un grado de parentesco con Carlovich. En un receso, creo, el `Trinche´andaba por Junín, de paseo y con la junta del `Peludo´. En esas circunstancias Sarmiento fue a jugar un partido amistoso a General Pinto, contra un seleccionado de la Liga Ameghinense de Fútbol (ya desaparecida).
Quién fue el que lo invitó, y por qué razón, no lo sé, pero lo invitaron a viajar; y luego a formar parte del equipo. Y el `Trinche´ aceptó.
En aquel entonces, la cancha donde jugamos no tenía alambre olímpico. Apenas unos hilos de alambre la rodeaban. Y allí se llegaban los espectadores; algunos ponían sus camionetas (las `chatas´) de punta contra el alambre y cuando salió el equipo local hacían sonar sus bocinas. Toda una costumbre de aquellos tiempos en esos lugares, donde tan bien éramos recibidos y obsequiados con amabilidad y atenciones, que hoy nos traen lindos recuerdos.
Y esa gente también fue obsequiada. Porque en cada intervención del rosarino, el fútbol les mostraba su más bella expresión de técnica y sabiduría futbolística. Realmente, “la rompió” en un sinnúmero de jugadas de antología. Las bocinas de las camionetas resonaron más de una vez durante el partido. Ya no como un saludo, sino como un gracias al regalo de fútbol que el `Trinche´ les dio.
Y, por si fuera poco, con la verde de Sarmiento de Junín...
(*) Exjugador y gloria de Sarmiento de Junín
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