“Parece joda que estemos diciendo esto, pero ahora la consigna es: ‘hay que pasar el invierno’”. El viernes por la tarde, en la sala de reuniones del primer piso del ministerio de Seguridad, uno de los ministros del entorno más cercano a Axel Kicillof parafraseaba a Álvaro Alsogaray en una charla con un grupo de colaboradores y periodistas. Hablaba sobre el escenario que ven en la Gobernación para los próximos meses, cuando la pandemia de coronavirus llegue con fuerza y ponga a prueba, como ningún otro evento antes, la capacidad de respuesta de la Provincia ante una crisis.
Si hubo risas por la chanza, fueron tensas. Minutos antes, el jefe de Gabinete Carlos Bianco y el ministro Sergio Berni habían dado un panorama de las primeras horas de la restricción casi absoluta de circulación en todo el país que dispuso Alberto Fernández el jueves.
Afuera, las imágenes fantasmales de la ciudad semivacía con patrulleros recorriendo las calles aportaban un escenario de película. Fueron las horas más difíciles entre días llenos de tensión en la Provincia. Para el final de la semana, las estadísticas que se llevan sobre la evolución del COVID-19 se dispararon: de uno, dos o cuatros casos diarios se pasó a quince el jueves y nueve el viernes.
El crecimiento exponencial de los contagios seguirá su curva ascendente, dicen en la Gobernación, hasta fines de abril, principios de mayo. Es para entonces que esperan un pico de casos que inevitablemente generarán un aumento de la demanda sobre la salud pública, sobre todo en el Gran Buenos Aires. Justo, además, cuando se produce la enorme afluencia a las guardias por patologías respiratorias típicas del frío.
Combinación crítica
El Área Metropolitana Gran Buenos Aires es la principal preocupación. Por ahora, la mayoría de los casos están en la zona norte, en los distritos limítrofes con capital federal y más parecidos a la Ciudad de Buenos Aires en términos socioeconómicos. El coronavirus, en definitiva, ingresó al país a través de quienes volvieron de viajes en el exterior, aunque el virus ya se dispersó por todos lados.
Por eso, en modo “gabinete de crisis” el gobierno de Axel Kicillof se concentró en las últimas horas en el operativo para sumar camas y recursos técnicos y humanos al sistema público de salud. Se necesitan, para las próximas semanas, disponer mil camas más de terapia intensiva, con respirador y monitores, tres mil de internación común y 14 mil para centros de aislamiento, para lo que se están empezando a acondicionar hoteles, predios públicos y grandes superficies de clubes en toda la Provincia.
Todo ese despliegue descomunal de logística serviría para un escenario grave pero no catastrófico. En ese contexto nada alcanzaría, dicen en la Gobernación. Ni los dos hospitales a medio construir en La Matanza y que ahora se terminarán con fondos nacionales, ni las camas en los hospitales municipales del interior, ni los containers sanitarios.
El impacto económico
Hay una enorme inquietud, además, por el impacto económico. Ese fue uno de los temas centrales que llevaron los 135 intendentes bonaerenses a las reuniones en tandas que mantuvo Kicillof el jueves con ellos en La Plata. Horas después, la Provincia anunció que giraría 300 millones y que liberaría 2 mil millones más para proyectos del Fondo de Infraestructura Municipal. No hay requerimientos especiales sobre qué tipos de obras se deben hacer. Lo que quiere la Provincia es que, en este contexto de parate general, en el Conurbano y las ciudades y pueblos del interior siga habiendo actividad económica.
La reunión con los intendentes fue, para muchos, un momento de inflexión. Al gabinete de crisis de la Provincia le preocupaba que muchos jefes comunales parecían no haber tomado conciencia hasta ese día la gravedad de la situación. La charla que dio el ministro Daniel Gollán, dicen, fue en términos muy duros. “La Provincia no está preparada. Y los municipios tampoco. Hay que tomárselo en serio”, dijo, rodeado por Kicillof y el gabinete.
En medio de toda esa incertidumbre, la única certeza que compartían todos en la Provincia es que el coronavirus, que ayer tuvo su primera víctima fatal en territorio bonaerense, reseteó la Provincia, y que todo cambiará. Desde el abordaje de las cuestiones de gobierno, como el presupuesto, la negociación por la deuda en dólares y el reparto de fondos hasta el vínculo político con la oposición.
Lo que sea que surja después de esta crisis va a ser distinto a lo que estaba antes. Pero antes, hay que pasar el invierno.
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