Con el decreto de emergencia sanitaria vigente y la suspensión de vuelos a partir del próximo lunes, el Gobierno del presidente Alberto Fernández cumplió la primera fase del plan de contención del coronavirus, y ya comenzó a prepararse para una eventual escala de contagio.
Si bien el Poder Ejecutivo se rehúsa por estas horas a hablar de casos "autóctonos" -ya que hasta ayer sábado las personas que dieron positivo sin viajar al exterior tuvieron "contacto estrecho" con otras que sí lo hicieron-, expertos y miembros del Gabinete tienen como una posibilidad con amplias chances de concretarse que comience a circular el virus entre la comunidad.
Es decir, que empiecen a confirmarse casos de coronavirus en ciudadanos que no estuvieron en las zonas de riesgo (Europa, China, Corea del Sur, Japón, Estados Unidos e Irán) y tampoco mantuvieron contacto directo con otros que sí salieron del país.
Esa eventualidad es la que por estas horas preocupa al Gobierno y, de hecho, el propio Presidente dijo esta semana en dos entrevistas que "no se sabe" hasta dónde puede llegar la enfermedad.
La etapa de contención, en la que se encuentra la Argentina, sirve en este caso para retrasar a la enfermedad y evitar que el sistema de salud colapse, algo que desembocaría en el pánico y la paranoia generalizados.
Mucho se ha escuchado entre médicos y voces oficiales por estos días sobre que “no es lo mismo atender diez pacientes en diez días, que cien en uno", y en esa idea está puesta la mira del Gobierno, que ya dispuso recursos económicos y de personal para reforzar la atención y adelantarse a lo que podría suceder en el futuro inmediato.
Al crédito del Banco Mundial de 30.000 millones de dólares y las reasignaciones de partidas que podrán realizarse a partir de la emergencia, se sumaron otras medidas de recursos humanos, como la decisión del SAME de cancelar todas las vacaciones y licencias de los trabajadores para afrontar el período de crisis con el equipo completo.
¿Qué planea el Gobierno?
Por ser un virus nuevo, del que se tuvo confirmación por primera vez en China al pasado 9 de enero, no hay certezas sobre su origen, aunque todo apunta a que surgió de los murciélagos, transmisores de muchas otras enfermedades de cuidado.
Tampoco se conoce la tasa real de mortalidad, porque si bien se mantiene baja, tuvo variaciones entre los distintos países que afecta, siendo mayor en Italia e irrisoria en Alemania, por ejemplo, algo que pone en la mira el abordaje de cada país, la capacidad de su sistema de salud, de reacción del Estado y de la sociedad para cumplir las normas.
Mientras varios países hacen pruebas con una celeridad inusitada, pero sin posibilidad de poder desarrollar una vacuna en menos de un año -hay 20 pruebas en curso-, el Gobierno argentino piensa en un plan de atención médica que pueda mejorar las posibilidades de supervivencia de quien padezca el virus.
Por eso, se baraja la posibilidad de utilizar drogas probadas en tratamientos de otras enfermedades, que según los estudios preliminares, han mejorado los cuadros de los afectados por el coronavirus.
La Sociedad Argentina de Infectología propuso el uso de drogas de tratamientos para el HIV y la malaria, que pueden ser efectivas para reducir la mortalidad en pacientes graves alcanzados por el COVID-19.
Además, al saber de antemano que los casos de gripe estacional aumentan en otoño e invierno, el Estado reforzará las campañas de vacunación para los grupos de riesgo, y bombardeará con las medidas básicas de lavado de manos, limpieza y aislamiento.
El objetivo es reducir la cantidad de personas con gripe "común", para que los síntomas no se confundan con el coronavirus y los hospitales no se saturen. Si la enfermedad escala y la crisis se profundiza, están en estudio medidas más "antipáticas", que irán más allá de la recomendación de saludar con el codo y evitar lugares concurridos, pero todo se decidirá día a día.
La comunicación, clave
No todo son medidas sanitarias, ya que el Gobierno de Alberto Fernández tiene uno ojo en el virus y otro en la comunicación, pilar fundamental para la información, difusión de acciones y contención de paranoias.
"Responsabilidad en la información" y "condena social" a quienes no cumplan con la cuarentena obligatoria fueron algunos de los conceptos que se abordaron el pasado miércoles al mediodía en el curso de capacitación para periodistas que brindó la Secretaría de Medios en el Centro Cultural Kirchner (CCK).
La convocatoria había sido pensada inicialmente para los medios públicos, pero la importancia del tema hizo que se abriera a los privados, quizás un poco también para intentar reparar algunos errores comunicacionales del Ministerio de Salud que fueron muy criticados y molestaron, incluso, puertas adentro de la Casa Rosada.
"Cuando emerge un nuevo virus, el 100 por ciento del mundo es sensible", graficó la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, una de las caras visibles del Ministerio y en contacto directo con el Ejecutivo, quien estuvo en el CCK para la capacitación y recibió allí la noticia de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) había declarado la pandemia. El clima ya era otro.
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