Quien haya tenido que recorrer su barrio buscando precios para "hacer valer el mango" sabe que se pueden encontrar disparidades de hasta un 30% según qué lugar se visite: si se trata de un supermercado, un hipermercado o un almacén de barrio.
A su vez, en esta búsqueda de precios, muchas familias establecen una estrategia de compras grandes y se organizan para trepar uno o dos eslabones en la cadena de comercialización y acceder, por ejemplo, en el mercado central, a precios menores. Estas estrategias toman un gran desgaste de energía, que no está disponible para el conjunto de la población, por cuestiones de tiempo, transporte u otras razones.
En esta realidad es que se implementa el plan de Precios Cuidados como un programa de precios de referencia para que los consumidores no paguemos de más. A la vez, cumple un rol fundamental en coordinar expectativas al pactar aumentos de manera escalonada y de revisión trimestral, en favor de recuperar los ingresos reales.
Desde el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO) hacemos un seguimiento semanal de precios de los hipermercados más grandes del país. El Índice de Precios de Supermercado (IPS-CESO) releva cerca de 30 mil productos comercializados en góndolas virtuales.
Actualmente, realizamos un seguimiento de 208 productos de los 310 que componen la canasta de Precios Cuidados. Si bien las góndolas virtuales no forman parte del plan de precios cuidados, nos sirven para dar cuenta de la capacidad del hipermercado de formar precios; para el día 2 de enero de 2020, los 208 productos se encontraban, en promedio, un 7% por encima de los precios de referencia del plan.
El rubro con mayores incumplimientos es el de perfumería, por ejemplo, en el caso de los desodorantes se encuentran variaciones de hasta un 57% por encima del precio de referencia. Por el contrario, dentro del rubro de los Alimentos, tanto frescos como secos, podemos encontrar que los precios de referencia del programa se encuentran entre un 5% y 17% por encima de los precios de góndola.
El gobierno asumió con vistas a reactivar el consumo en el corto plazo, "poniendo plata en el bolsillo a la gente". Para cumplir ese fin, ese dinero debe plasmarse en mayores cantidades comercializadas, en lugar de convalidar aumentos de precios.
Es aquí donde entran en juego los precios de referencia, ya que deben condicionar el precio en góndola; así, se busca reducir la inercia inflacionaria y que los aumentos salariales mejoren el poder adquisitivo.
En este camino, han tomado peso segundas marcas nacionales en el programa, incorporándose nuevos agentes a este compromiso de precios y aumentos escalonados.
A esto se podría sumar la posibilidad de incorporar otros circuitos de comercialización, como los supermercados chinos, que condicionarían, desde el lado de la oferta, la independencia de los grandes actores para establecer aumentos.
(*) Gaspar Herrero del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO).
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