None
OPINIÓN

¿Qué más hace falta?

Valentina tenía 19 años, era de Olavarría, acababa de dar su última materia del secundario, quería estudiar trabajo social, militaba por un mundo más justo y en contra de la violencia machista. Su mamá había muerto en 2008, víctima de un femicidio. Este fin de semana, a Valentina la asesinaron a golpes. El principal sospechoso es su novio.
En la foto que ilustra la noticia se la ve sosteniendo un cartel que ella misma pintó y que dice “Vivas nos queremos”. Y es que desde que asesinaron a su mamá (Valeria), en el barrio empezaron a transformar algo del dolor en lucha. Así inauguraron “La casa popular de Valeria", una organización en la que reciben, acompañan, asisten y ayudan a mujeres víctimas de violencia machista.

Desde los feminismos no estamos dispuestas a contar estas muertes a través de una estadística, aunque sea cierto que en Argentina, en 2019, cada 22 horas una mujer fue víctima de femicidio.

Hace un tiempito estuve en esa asociación civil, en el barrio Sarmiento Norte. Pudimos ver todo lo que hacían con los pocos recursos que tenían: le alcanzaban un vaso de leche a compañeras y compañeros del barrio, juntaban algo de ropa para quien lo necesitara, había un comedor, se capacitaban sobre violencias para estar lo más listas posible cuando alguien se acercaba por ayuda.
La casa en la que armaron la organización era de los abuelos de Valeria. Su familia la puso a disposición pensando en que cuando ocurrió aquel femicidio no había a donde recurrir. Todos y todas querían que eso no volviera a pasar.
Hoy lloran a una de sus compañeras. Y una vez más, del dolor a la lucha, organizaron una marcha. Entre las consignas incluyeron a Valentina y el pedido de esclarecimiento de una muerte que sacudió Olavarría el 29 de diciembre: encontraron ahorcada a una Mabel, una mujer que había denunciado a su pareja por violencia. Se presentó como un suicidio pero la familia y los amigos quieren que se investigue con perspectiva de género para saber la verdad.
Por Valentina, por Valeria, por Mabel: ni una menos.
Desde los feminismos no estamos dispuestas a contar estas muertes a través de una estadística, aunque sea cierto que en Argentina, en 2019, cada 22 horas una mujer fue víctima de femicidio. Tampoco aceptamos relatarlas naturalmente como parte de un ‘destino en común’ de varias generaciones: madre e hija, muertas en manos de sus parejas. Nos negamos a que queden inmortalizadas como una noticia brutal del verano.
Los femicidios, los transfemicidios y travesticidios son el eslabón más cruento de una cadena de violencias por motivos de género que desde hace años venimos cuestionando con toda la fuerza que nos da estar juntas, desde que sacamos el grito de ‘Ni una menos’ de las casas a las calles.
Las políticas públicas son imprescindibles para desarmar -una a una y cueste lo que cueste- la serie de desigualdades (económicas, sociales, culturales, laborales, familiares) que atraviesan al género y erradicar las violencias que existen en contra de nuestros cuerpos. Es parte del camino hacia una sociedad más justa e igualitaria.


(*) Diputada nacional por el Frente de Todos.

COMENTARIOS