La designación de la ex candidata a intendenta de Junín y concejal Victoria Muffarotto al frente del unificado bloque del Frente de Todos generó ayer distintas lecturas y suspicacias en el microclima de la política local.
Por un lado, la presidencia del bloque le otorga a la abogada, que mantiene intacta su ambición de ser jefa comunal de esta ciudad, un lugar de mayor visibilidad o centralidad dentro del espacio, al que accedió –según pudo confirmar Democracia- luego haber puesto sobre la mesa de la negociación los más de 11 mil votos que obtuvo en las últimas Primarias, que, si bien no le alcanzaron para ganarle la interna a Mario Meoni, la posicionaron como una dirigente joven con proyección.
Pero entonces, ¿cuál es el riesgo? Quedar entrampada, justamente, entre las paredes del deliberativo local, un espacio con tiempos y lógicas propias (una especie de túnel del tiempo del cual es difícil volver), que para muchos carece de una relación directa con la ciudadanía; aunque está claro que no debería ser así, pues los ediles son los representantes del pueblo.
En este contexto, todavía están en pugna varios cargos provinciales y nacionales en Junín, que le corresponderían al Frente de Todos (Anses, IOMA, delegaciones de ministerios), y que para muchos dirigentes son herramientas políticas vitales para demostrar capacidad de gestión y cercanía con las demandas de la gente.
El telón de fondo de todos estos movimientos se relaciona con los nuevos posicionamientos, de cara a una carrera que ya tiene varios anotados: las elecciones generales de 2023 (en las cuales se elige intendente) y, antes de eso, las legislativas del año que viene. De cómo construyan el vínculo con los vecinos dependerán, en buena medida, las chances electorales de unos y otros.
ANÁLISIS
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