Ante el traspaso de 28 hectáreas del predio ferroviario a manos del Municipio, con la intención de generar un polo productivo; los ferroviarios y otras expresiones sociales se manifestaron exigiendo información respecto al destino de esas tierras. No nos oponemos pero queremos saber de qué se trata. No vaya a ser que sean otros los intereses, y se tornen con el tiempo inconfesables, y definitivamente el proyecto termine siendo un gran negocio inmobiliario.
Valoramos la intención del Gobierno local de desarrollar acciones para el fortalecimiento del entramado productivo de Junín, pero seguiremos insistiendo que en los rieles de nuestro sistema ferroviario encontraremos a un aliado clave, que podría ayudar a reactivar las oportunidades productivas de Junín y la zona. De cara al 2020, la ausencia del ferrocarril como motor del despegue económico, es poco menos que suicida.
Estamos convencidos de que para todo proceso de desarrollo, se debe tener en cuenta, especialmente el sistema de transporte sobre el cual se va a apoyar el mismo. Con un sistema de rutas para el transporte automotor totalmente agotado, el constante incremento del costo del combustible, los peajes y los costos laborales impactan de lleno en el precio de los fletes y por ende en los productos de primera necesidad.
Para darnos una idea de este fenómeno, podemos mencionar que el parque automotor total argentino asciende más de 13 millones de vehículos. El 4,8 % son camiones o vehículos pesados, lo que representa más de 650 mil unidades. Asimismo, el número de camiones que transportan granos –casi 90.000 vehículos– representa cerca del 13 % del total de vehículos pesados del país.
En esta configuración, la mayor parte de los productos correspondientes al sector agropecuario –tanto los primarios como los industrializados– son movilizados esencialmente por medios de transporte automotor. Esto no sería un problema si no fuese que su utilización cuesta el doble o más que el transporte por tren, además plantea problemas de congestión en tramos saturados de la red vial, especialmente en la época de cosechas, como así también el aumento de la accidentalidad.
Gran parte del problema y su capacidad de respuesta a la demanda de transporte están dados por el abandono del sistema ferroviario, que fue privatizado a comienzos de la década de 1990, tanto el de carga como el de traslado urbano de pasajeros. A la fecha, contamos con alrededor de 31.900 kilómetros operativos de líneas férreas.
Las autopistas cuestan U$ 500 mil por Kilómetro. Las vías férreas U$ 205 mil por Kilómetro, incluida la infraestructura de estaciones. La vida útil de las autopistas es de 7 años contra 30 años de las vías. Un kilómetro de autopista necesita de 10 hectárea, casi siempre de las mejores tierras, que se transforman en improductivas, contra 2 o 3 hectáreas, en el caso del tren.
El %90 de la producción argentina se traslada en camiones, y apenas el %5 se transporta por vías férreas. Una formación de carga con 100 vagones puede reemplazar a 100 camiones en las rutas. Un tren puede transportar en forma cómoda y segura 1.000 pasajeros, para ello se necesitan 20 ómnibus. Pero las rutas no se ensancharon: siguen midiendo 6,70 mts. Esto obliga a que, en una distancia menor que la de un arco de fútbol profesional, se crucen en forma constante camiones con micros de doble piso. Solo 2.000 kilómetros de rutas son de doble calzada. Para los especialistas debería alcanzar los 5.000 km. La doble calzada reduce considerablemente las muertes por accidente.
Los accidentes son altamente superiores en rutas, en las cuales el camión y el colectivo, las transformaron en verdaderos corredores de la muerte. El ferrocarril es más seguro. Según la estadística, el número de muertos por cada 1.000 millones de viajeros-km en la Unión Europea es de 0,2 en ferrocarril y 8,7 en carretera. En otras palabras, la carretera resulta 43 veces más peligrosa que el tren.
Todas estas son algunas claves para entender por qué el tren, debe ser el motor para el desarrollo del País.
Hoy, frente a un cambio de gobierno sería bueno que se comience a hablar de la reactivación ferroviaria en serio, como fomento y motor de las economías regionales y del desarrollo nacional.
El regreso del tren, debe ser un reclamo de todos, como mecanismo para pergeñar la Ciudad, la Provincia y el País que queremos y nos merecemos.
* Presidente del Partido FE Junín, estudiante de la carrera de Licenciatura en Prevención Vial y Transporte.
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