El hermetismo que rodea a Axel Kicillof y a las decisiones que adoptará en torno de su gabinete, es por ahora un intríngulis indescifrable para el peronismo. No hay dirigente del PJ que no exprese, en estos tiempos de transición, su inquietud por la falta de definiciones, al menos públicas, respecto ya no sólo del equipo que acompañará al gobernador electo sino también de las políticas que necesariamente tendrá que desarrollar en la coyuntura que acompañará su desembarco en el sillón de Dardo Rocha.
Kicillof maneja sus propios tiempos políticos. Cerca suyo aseguran, acaso como para aplacar cierto nerviosismo peronista, que el 90 por ciento del gabinete está resuelto. Pero no hay confirmaciones y la rueda de la inquietud vuelve a andar.
El mandatario electo avanza con la mirada puesta en al menos dos referencias: Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Hay quienes aseguran haberle escuchado decir que él no se reporta ni con La Cámpora ni con Sergio Massa. Tampoco, con el poder territorial que representan los intendentes. Su única jefa es la ex presidenta. Con ella terminará de delinear su equipo.
Kicillof tampoco está ajeno al presidente electo y sus propias definiciones. Ya se habla de que aguardará el anuncio de quiénes serán los nuevos inquilinos de los principales despachos de la Casa Rosada para hacer lo propio en la Provincia. También, para conservar cierto margen de maniobra en función de la posible necesidad de concretar algún equilibrio político entre ambos equipos.
El peronismo territorial no está acostumbrado a tanto hermetismo. Esa falta de información la había visto de costado en tiempos de Néstor y Cristina, pero nunca se había topado con un escenario similar en la Provincia.
Intendentes de distintos sectores ensayan muecas de disgusto porque Kicillof no parece dispuesto, por ahora, a abrirles el juego. El poder territorial del peronismo se siente partícipe principal del retorno al poder y busca que ese rol protagónico que se asigna tenga su correlato en el gobierno.
No parece en función del puñado de trascendidos que circulan en torno de los principales nombres que acompañarían al gobernador del Frente de Todos, que haya lugares relevantes a nivel ministerial para las distintas tribus del PJ. Algunos de los alcaldes ya se resignan a ejercer papeles secundarios a través de algunos de sus delegados. O a quedarse con resortes importantes de poder en la Legislatura. Ese reparto no es lo único que preocupa a los intendentes.
Cuestión de “fondos”
Hay cuestiones mucho más acuciantes que los esperan a la vuelta de la esquina. El tema se comenta en la mayoría de los encuentros que se vienen sucediendo por estos días: numerosos distritos están en problemas para hacer frente a sus obligaciones salariales de fin de año.
Los alcaldes siguen sin encontrar un canal de diálogo para conducir esa inquietud central que hace nada menos que a la gobernabilidad y a la paz social en sus distritos. Aguardan ansiosos que Kicillof abra una hendija por donde canalizar el inevitable pedido de ayuda financiera a la nueva administración.
Inquieta además otro tema: el clima social caliente que suele aparecer en diciembre. ¿Habrá bono de fin de año para aplacar tensiones? ¿Se dispondrá algún refuerzo inmediato de los programas sociales tal como vino deslizando la futura administración? Los alcances de esas posibles medidas también aparecen en el horizonte de los municipios.
Ese cerrojo también afecta a otros actores de peso en la Provincia como lo son los gremios de trabajadores estatales y docentes. La inquietud es parecida: varios representantes sindicales no están encontrando canales de diálogo con el equipo del gobernador electo.
Muchos de estos gremios fueron participantes activos de la campaña y el triunfo del Frente de Todos. Saben además que se viene un año muy duro donde quizás deban resignar pretensiones de recomposición salarial. “Está faltando contención”, señalan en algunos sindicatos.
Los estatales, por caso, aguardan su propia negociación. Sus sueldos quedarán no menos de 25 puntos por debajo de la inflación y el pedido de reapertura de paritaria parece haber quedado reservado para la nueva administración. Hay quienes aseguran que fue el propio Kicillof quien pidió a María Eugenia Vidal que no adoptara decisiones respecto a cuestiones salariales que comprometan a su gobierno.
Como los intendentes, aguardan decisiones que no traspasan el blindaje del futuro gobernador.
COMENTARIOS