Martín Insaurralde se encargó de publicar una foto en sus redes sociales que dice mucho. Tanto, que puede estar anticipando un mensaje que por ahora se cocina a fuego lento y con embrionario formato de versión palaciega. La instantánea tomada por colaboradores del intendente de Lomas de Zamora, muestra en una combi a Axel Kicillof durante una recorrida de campaña rodeado de varios intendentes del Conurbano, exponentes de una parte importante del poder territorial del peronismo.
El scrum de alcaldes abraza, entre sonrisas, al candidato del Frente de Todos. Aparecen no sólo Insaurralde sino también Mariano Cascallares (Almirante Brown), Juan Zabaleta (Hurlingham) y Gabriel Katopodis (San Martín). Y junto a ellos, el intendente del Partido de la Costa, Juan Pablo De Jesús.
Todos ellos formaron parte del esquema de acuerdos políticos que supo tejer María Eugenia Vidal para lograr gobernabilidad. Obtuvieron, fruto de ese entendimiento, trato preferencial y espacios de poder en la estructura bonaerense. Albergan ahora la esperanza de garantizarse con el posible nuevo gobernador que aquellos privilegios no se corten.
De Jesús es, pese a pertenecer a un distrito de peso poblacional relativo, una pieza clave de ese andamiaje que imaginan estos jefes comunales. Es el nombre que Insaurralde y compañía empujan para la estratégica y apetecible presidencia de la Cámara de Diputados bonaerense que se pondrá en juego en diciembre.
La prudencia de Kicillof
Kicillof no quiere avanzar en definiciones antes de que el veredicto de octubre confirme el resultado de las Primarias del 11 de agosto. La prudencia responde a cuestiones obvias y otras no tantas. Entre las primeras, no mostrarse en una actitud triunfalista que desperfile su campaña de tono medido y austero. Pero también, no abrir una brecha por la que los distintos espacios del peronismo, que se muestran activos y entusiastas por la posibilidad cierta de volver a hacer pie en el Ejecutivo bonaerense, dejen fluir un desenfreno de pujas y apetencias.
Uno de los pocos mensajes que escucharon dirigentes del PJ de boca del propio Kicillof es que no piensa “lotear” el gabinete. Esta idea significa romper con una lógica que imperó durante los ocho años de gobierno de Daniel Scioli que distribuyó espacios con tono de compensaciones para las distintas tribus peronistas. La postura del ex ministro de Economía no implica no establecer concesiones, que seguramente las habrá: es el anticipo de que los lineamientos de las políticas oficiales serán el norte al que tendrán que abrazarse los ministros y otros funcionarios que se sumen al equipo oficial más allá de su lugar de origen.
La idea de algunos alcaldes es ir por más. Se habla de que empujarían para el ministerio de Salud a Alejandro Costa, actual titular del área sanitaria de Almirante Brown. También se menciona que Sergio Massa buscaría desembarcar con gente propia en el equipo provincial. Hay quienes mencionan a la especialista en temas previsionales, Mirta Tundis. ¿Y La Cámpora? Uno de los nombres en danza, acaso para el área Social, es el de Fernanda Raverta, si es que no se consagra como intendenta de Mar del Plata.
Vidal sin recursos
La que también aceleró la campaña fue la gobernadora Vidal. Visitas sorpresa a distritos del interior son por ahora el rasgo distintivo de la actividad que mecha diálogos mano a mano con vecinos y comerciantes y recorridas por obras. Se trata de la ejecución de la fase de “provincialización” que se diseñó en el equipo oficialista, desprendido de los lineamientos y sugerencias de la Casa Rosada, en un intento por remontar la cuesta que se colocó por delante de Juntos por el Cambio con la fuerte derrota electoral en las PASO frente a Kicillof.
Ese desafío se torna más demandante. La situación social producto de la crisis económica y la inflación precipitan demandas que chocan con la estrechez presupuestaria bonaerense.
Vidal acaba de anunciar un refuerzo en los planes de asistencia social y un aumento de las jubilaciones mínimas. Y pagará un bono de 3 mil pesos a los empleados estatales que contrasta con el de 5 mil pesos que anunció la Nación.
El Estado bonaerense tan discriminado por el nacional, enfrenta una situación económica muy difícil y el oficialismo provincial siente más que nunca la estrechez. “Los tres mil pesos son más de lo que podemos”, dicen los funcionarios.
Hace algunas horas, en Junín, y ante el reclamo por la fuerte presión impositiva por parte de un comerciante, la mandataria contestó que todo lo que podía hacer desde la Provincia, lo hizo.
Vidal está molesta con decisiones nacionales. El dato no es nuevo. La novedad es que ya no se empeña en ocultarlo.
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