Todas las encuestas que se conocieron antes de las Paso marcaban una tendencia: que Axel Kicillof se encaminaba a transformarse en el candidato más votado en la pelea por la Gobernación. La sorpresa no es entonces que el postulante del Frente de Todos haya resultado el triunfador: lo notorio del resultado que marcaba anoche el escrutinio provisorio, era la muy abultada diferencia con María Eugenia Vidal.
El primer costado de análisis del resultado impone rescatar el acierto de la estrategia opositora.
La unidad del peronismo resultó clave para poner en jaque a la principal figura de Juntos por el Cambio. Evitar la dispersión fue un objetivo acertado no sólo porque galvanizó el voto opositor sino porque dejó poco margen al electorado para inclinarse por alguna opción con chances ciertas de derrotar al macrismo.
El propio Kicillof logró transformarse en un candidato atractivo.
Sin estridencias, realizó una campaña medida, con nulas declaraciones altisonantes y concentrado en machacar sobre las indisimulables falencias de la política económica oficial. Los primeros números del resultado revelan otra virtud: el ex ministro de Economía, pese a las especulaciones de las últimas semanas, consiguió retener prácticamente la totalidad de las adhesiones de la fórmula presidencial.
Otros fantasmas también se despejaron. La versión de que varios intendentes peronistas del Conurbano podrían encabezar alguna maniobra en perjuicio de su candidato a gobernador por la vieja inquina de haber quedado relegados en la definición de esa postulación, quedó tajantemente desmentida.
El resultado bonaerense debe ser analizado también desde la perspectiva de las falencias del oficialismo.
La ilusión de que la estabilidad del dólar y la tenue baja de la inflación podrían ser suficientes para revertir el malhumor social con el Gobierno frente a una crisis económica que no da tregua, quedó desvanecida frente a la ola de voto opositor.
Vidal no pudo escapar de esa lógica. Su buena imagen fue derribada por una decisión mayoritaria de censurar al oficialismo. El corte de boleta a su favor fue menor a lo previsto, apenas del 3 por ciento, frente al récord del casi 7 por ciento que había obtenido en los comicios de 2015 cuando resultó electa.
La ola opositora derribó otras de las especulaciones: que Vidal podría ser el tractor que le permitiera a Macri levantar sus acciones en un territorio fuertemente sacudido por la política económica. En el Conurbano, donde votan dos tercios de los bonaerenses, la pérdida de empleo, el cierre de Pymes y el aumento de la pobreza pegó con inclemencia. Allí la oposición tocó techos del 61 por ciento, por ejemplo en La Matanza. En contrapartida, Vidal obtuvo en el distrito más poblado de la Provincia apenas el 21 por ciento, casi 10 puntos menos que lo que recogió por entonces Cambiemos en las legislativas de 2017. Acaso esos guarismos grafiquen con notable certeza el deterioro de los postulantes oficiales.
La ola opositora prácticamente no respetó orillas. Sucumbieron en sus distritos intendentes que habían sido electos en 2015 como Ramiro Tagliaferro (Morón), Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Martiniano Molina (Quilmes).
Igual suerte corrieron Nicolás Ducoté (Pilar) y Néstor Grindetti (Lanús). Quienes lograron surfear el tsunami en el Conurbano fueron Jorge Macri (Vicente López), Jaime Méndez (San Miguel) y Gustavo Posse (San Isidro).
Para lo dinámica que es la política, el recuerdo aparece borroso y lejano, dibujado casi en el aire. Pero a la vista de los resultados que dejaron las Paso, no pocos dirigentes del oficialismo recordaban como si fuera ayer aquél vano intento por adelantar las elecciones bonaerenses que se fogoneó cerca de Vidal y al que le cerró todas las puertas el gobierno nacional. Varios funcionarios bonaerenses consideraban que la mejor manera de empujar la candidatura de Macri era garantizar de antemano un triunfo en la Provincia. Por entonces el peronismo aparecía atomizado y Vidal surgía como una candidata casi imbatible. A la luz de lo que ocurrió ayer, aquella negativa liderada por Marcos Peña se parece mucho a un grosero error estratégico, pero para la Casa Rosada el principal y único objetivo siempre fue el proyecto de reelección del Presidente.
Varios referentes de Juntos por el Cambio recordaban en una noche amarga y con indisimulada nostalgia aquello que no pudo ser.
Ahora Vidal ha quedado contra las cuerdas. La distancia con Kicillof es enorme, de unos 17 puntos. La cuesta para la Gobernadora parece demasiado empinada como para generar una especie de revolución electoral que cambie un escenario que los votantes bonaerenses se ocuparon de dejar bien configurado. Entre el oficialismo y el Frente de Todos se quedaron casi con el 83 por ciento de los votos. Queda poco resto donde revolver de cara a octubre. Y esa es otra de las dificultades con las que deberá lidiar la Gobernadora.
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