El avance de los medios digitales como herramienta publicitaria efectiva hace que muchos comercios de nuestra ciudad concentren sus esfuerzos en la visibilidad de sus propuestas desatendiendo la experiencia real de los clientes. En la columna de hoy me refiero a la reputación como variable fundamental de una marca.
Una vez más destaco que la transformación que estamos atravesando no es digital sino cultural. Somos una sociedad influenciada por un volumen de información mucho mayor al que podemos asimilar y controlar. En este sentido encuentro una brecha cada vez más amplia entre lo que proponen algunas marcas y la experiencia real. Se trata de un extremo cuidado estético impulsado por la potencia digital con múltiples descuidos físicos (reales).
Integramos un nuevo paradigma de relación que no deja lugar a discursos inconsistentes. Todo es factible de comprobación y el veredicto social es rápidamente masificado en un ecosistema que empodera al cliente como juez y parte. Ante este escenario, la transparencia se vuelve necesaria para una actividad que recupera su verdadero sentido histórico. Más allá de los prejuicios contemporáneos, el marketing siempre debe desarrollar productos y servicios con promesas reales que respondan a necesidades y expectativas concretas. Esa es su misión de origen y destino ya que más allá de cuestiones éticas, “un buen marketing hace que un mal producto fracase más rápido”.
Lo digital ya no es sinónimo de tecnología sino un nuevo espíritu de época integrado a nuestra cotidianeidad. Todo pertenece a una misma realidad que pone a prueba la capacidad de adaptación de las empresas y comercios de nuestra fauna local.
Hoy lo digital es la nueva normalidad y la integración debe partir desde el desarrollo de todas las variables de marketing como una estrategia integral y equilibrada. La construcción de relaciones honestas entre empresas y personas nos convoca. Es simple, de nada sirve que el plato le salga bien en las redes si al llegar a la mesa el relato cae por su propio peso: “¡Mozo, hay una mosca en mi sopa!”.

MARKETING APLICADO
La mosca en la sopa
Revolución cultural.
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