Hubo un tiempo en el que la coherencia entre el pensamiento y la conducta del dirigente era un valor apreciado en la sociedad. Era un tiempo en el que la identidad de la persona era como una cédula que no tenía fecha de vencimiento. Los comportamientos eran fácilmente reconocibles y si ellos se modificaban era porque se habían modificado las condiciones dadas y, por lo tanto, era entendible.
Pero cuando esto no ocurre, cuando el cambio obedece a una búsqueda descarnada por alcanzar lugares para el beneficio personal, esta conducta, o inconducta, actúan como un revulsivo que despierta, en quienes miran desde abajo, primero asombro y luego rechazo. Desde ya que -como el lector ya lo imagina desde la primera letra de esta nota- el ámbito de referencia de ella es la política.
La Política, con mayúscula, sea ciencia, arte, disciplina o método, es la tarea más elevada que el hombre puede realizar porque está destinada a atacar las situaciones de injusticia humanas. Ella se conecta con la sociedad a través de los partidos políticos, que expresan las diversas ideologías y los proyectos de país conforme valores y principios que, estos sí, deben ser inalterables.
Pero todo ello supone una relación de confiabilidad del ciudadano con su representante. Si ella no existe el sistema representativo que la República impone se debilita hasta desaparecer.
Y qué otra cosa más que descreimiento, asombro, desconfianza, incredulidad y desesperanza puede sentir el hombre común frente al espectáculo obsceno de este verdadero libro de pases que se produjo a días de cerrar las listas de candidatos para las próximas elecciones.
Frente a esta naturalización del "transfuguismo" (o travestismo político) a dónde recurrirá este hombre común, este ciudadano de a pie, a recuperar la fe pisoteada ¿Será que los candidatos "cambiantes" han perdido el pudor o será que para la sociedad la conducta ha dejado de ser un valor? ¿Será que la política tiene la culpa o será que son demasiados los políticos que no están a la altura de la Política? ¿A quién, de la muchedumbre de candidatos presidenciales peronistas, votarán los peronistas? ¿Y a quién votarán los radicales, que no llevan ni uno solo?
Crueles preguntas para crueles respuestas. Si es cierto el gracioso precepto de que dios es argentino roguemos para que se apiade de nosotros y para que nunca más estemos ante una tan lamentable alternativa.
Julio Ginzo. DNI 4964399
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