Un nuevo escenario que reduce el margen de error para el oficialismo
El sueño de una lista colectora que le sirviera a María Eugenia Vidal para sumar votos por afuera del electorado que apoyará a Cambiemos en el tramo presidencial, se desvaneció. Si bien resta el anuncio formal, Sergio Massa se apresta a cerrar un acuerdo con el kirchnerismo. Solo parecería quedar en pie alguna negociación con Juan Manuel Urtubey que insiste en mantener a flote los requechos de Alternativa Federal y que no encuentra en la Provincia un candidato a gobernador medianamente taquillero.
Para el oficialismo, el escenario electoral en el principal distrito del país ha pegado un giro brusco. Aquel paisaje soñado con el peronismo dividido en dos grandes sectores ya no asoma en el horizonte. Ese PJ dialoguista que el Gobierno imaginó como dique de contención para que el voto opositor no se concentrara en la oferta K hoy encabezada a nivel nacional por Alberto Fernández y en la Provincia por Axel Kicillof, aparece seriamente erosionado producto de fugas y vedetismos.
La tercera vía surge apenas como una trocha bien angosta. Hoy esa franja que amenazó en algún momento con pelear el ingreso al ballotage, surge delgada y dividida entre lo que pueda hacer Urtubey y la candidatura de Roberto Lavagna. La traducción acaso más grosera y literal del nuevo escenario es que Vidal ha visto fuertemente reducido el margen para captar en las generales de octubre, voluntades que en las Primarias de agosto opten por otro candidato no K.
La Gobernadora aparece de cara a un desafío extra. Depende de su alta imagen y de poder hacer permeable en la gente los avances de su gestión en aspectos como obra pública o seguridad. Pero, además, de que no se detenga la reanimación electoral que en las últimas semanas encontró la figura de Mauricio Macri en sintonía con la calma cambiaria y el descenso leve, pero descenso al fin, de la inflación.
Quienes participan del análisis y el diseño de la ingeniería electoral de la Gobernadora, señalan que para el oficialismo se achicó el margen de error. “Con un peronismo casi unificado, a priori hay que pensar en menos margen para el corte de boleta”, razonan. Creen que el pase de Massa a los brazos del kirchnerismo complicó el panorama, pero aun así se muestran confiados. Dos aspectos ponen en la balanza: el primero, que el tigrense estaría llenando las alforjas de Unidad Ciudadana con un caudal de votos menor al que le asignaban las encuestas mientras se mantenía como candidato. “Parte de sus votantes ya se fueron hacia distintos espacios en medio de las idas y vueltas de Sergio”, analizan.
La otra cuestión es que Macri viene experimentando un lento pero sostenido crecimiento que, de mantenerse, haría menos dificultosa la aventura reeleccionista de Vidal. “Hoy mide cerca de 30 puntos en la Provincia y María Eugenia 10 más”, dicen en la Gobernación. Cuanto más crezca el Presidente, menos contrapeso deberá soportar Vidal al tener que compartir boleta.
Entusiasma en la Gobernación otro aspecto de la coyuntura: un incipiente cambio de clima que, dicen, comenzaron a marcar algunas encuestas. Tiene que ver con cómo la gente cree que estará la economía y su propia situación en los próximos meses. “Ha mejorado esa percepción”, sostienen. Y se abrazan a la esperanza de que, más allá de la crisis económica, se termine imponiendo la expectativa de un futuro un poco más venturoso.
Sin embargo, la cuesta surge empinada. Las encuestas que maneja el propio oficialismo adjudican a la fórmula del PJ-kirchnerismo una intención de voto no menor a los 40 puntos en territorio bonaerense. Y el agravante para Cambiemos es que Kicillof, de acuerdo a esos mismos sondeos, retiene prácticamente todo ese voto. Habrá además que empezar a verificar, una vez que se concrete el anuncio, cuánto es el aporte efectivo de Massa.