El presidente Mauricio Macri está en problemas. A sólo cinco meses de las PASO nacionales, el FMI le acaba de advertir que hay que ajustar los gastos del Estado por la caída de ingresos. Al mismo tiempo, los referentes más importantes de Cambiemos le reclaman una reactivación del consumo que los ayude a encarar la campaña que viene. La mesa chica del Gobierno parece encorsetada.
El jefe de Gabinete, Marcos Peña, lidia con las demandas de los gobernadores radicales y también del PRO, mientras que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, está sometido a la revisión permanente de los técnicos del Fondo. De la pericia de la dupla Peña-Dujovne depende en gran parte el proyecto reeleccionista del presidente Macri.
Son ellos los sobrevivientes del “mejor equipo de los últimos 50 años”, tal como lo presentó el jefe de Estado al comienzo de su gestión. La sobrevaloración quedó a la vista: no alcanza con el entusiasmo y la voluntad para afrontar las restricciones que en la Argentina afronta cualquier gobierno.
Para muestra alcanza un botón: después de casi tres años y medio de gestión, la máxima preocupación del Gobierno pasa por bajar el costo de los alimentos, centralmente de la carne y la leche, sin que por ello se lo acuse de aplicar un “control de precios” al mejor estilo de Guillermo Moreno. Es que la inflación se convirtió en un Talón de Aquiles para la administración nacional.
Con la vista clavada en el espejo retrovisor, Dujovne afirmó que la inflación actual es similar a la de los gobiernos kirchneristas, pero en verdad –según constató Chequeado.com- es más alta. La gestión de Cambiemos ostenta hasta el momento un elevado 2,7% mensual, mientras que el primer gobierno de Cristina Kirchner acumuló un 1,6% y el segundo trepó al 2,1% mensual.
Inflación = Decepción
“Las metas de inflación generaron una decepción”, afirmó ayer Peña, quien volvió a colocar la responsabilidad en ex funcionarios como Alfonso Prat Gat y Federico Sturzenegger, pero lo que realmente provoca el malestar en la población son los constantes aumentos de precios, que persisten. Hasta la cotización del dólar quedó debajo de la inflación en el último semestre.
La estabilización de la economía es, después del descalabro de 2018, la prioridad del Gobierno y también del FMI. Por eso el organismo autorizó el desembolso de otros 10.800 millones de dólares, mientras que el Banco Central mantiene la tasa de interés de referencia en valores astronómicos, lo que evita otra corrida del dólar pero al mismo tiempo plancha la economía.
Las consecuencias de esta política se ve en las calles. Las zonas comerciales de las principales ciudades del país están notoriamente afectadas, con un movimiento mínimo, al tiempo que los sindicatos aumentan la presión para recomponer los salarios, que corren detrás de la inflación. Pero en este punto, el Gobierno respira aliviado porque los gremios continúan fragmentados.
La marcha de la CGT y las dos CTA fue numerosa pero no masiva en distintos lugares del país, lo que evidenció la falta de coordinación entre distintos sectores sindicales que están enfrentados y sin diálogo. El ex secretario general de la CGT Juan Carlos Schmid opinó incluso que con Macri en el poder “se rompió el mito de que los gremios se juntan contra un gobierno no peronista”.
La dispersión sindical volverá a evidenciarse en las próximas semanas, con un debate entre los dirigentes que presionan para declarar un paro general y los que no lo creen conveniente. Éstos últimos tienen un sillón permanente en el Consejo directivo de la CGT, mientras que los demás juegan por afuera de la central obrera, como el moyanismo, el barrionuevismo y la izquierda.
La presión radical
La delicada situación de la economía es el escenario sobre el cual bailan ahora el Gobierno y la oposición de cara a las elecciones. El ministro Dujovne insistió ante los gobernadores de Cambiemos con que “lo peor ya pasó”, ya que “los déficits fiscal y de cuenta corriente están disminuyendo” y la recesión “tocó fondo”. Pero su diagnóstico fue tomado con pinzas.
“Esperemos que tenga razón”, dijo el gobernador radical de Jujuy, Gerardo Morales, a quien sólo le faltó agregar “esta vez” en la frase que dedicó a Dujovne. Tanto Morales como su colega mendocino Alfredo Cornejo, quien además preside la UCR, son críticos de la gestión económica nacional. De hecho, volvieron a reclamar cambios en el esquema de aumentos tarifarios previsto.
En esta ocasión, Peña y Dujovne no tienen margen para hacer oídos sordos a esa demanda de sus aliados: la postergada Convención Nacional de la UCR –cuyo apoyo a Macri fue determinante en 2015- podría votar un apartamiento de Cambiemos cuando se reúna, posiblemente en la segunda quincena de mayo. El Gobierno tiene poco más de un mes para evitar la ruptura de la coalición.
Por eso se restablecieron las conversaciones entre le mesa chica de la Casa Rosada y los principales dirigentes radicales, de las que también participan –en las sombras- el ex senador Ernesto Sanz y el histórico operador Coti Nosiglia. El primero no sería refractario al plan V que Macri volvió a rechazar esta semana; el segundo empuja la candidatura de Martín Lousteau.
El caso de Lousteau grafica la incertidumbre política del momento: se lo invoca tanto como compañero de fórmula de Macri, así como de Roberto Lavagna; también como un posible candidato a alcalde porteño y como postulante presidencial si la UCR fuera con la Lista 3. Su faltazo a la sesión opositora en Diputados fue interpretada como una señal positiva a Macri.
Peronismo indefinido
Tampoco el peronismo está exento del nerviosismo que provoca la falta de definiciones. Los que semblantearon a Felipe Solá en los últimos días notaron cierto fastidio con el persistente silencio de Cristina Kirchner, mientras que una animada conversación entre Daniel Scioli y Agustín Rossi en el recinto de la Cámara baja disparó versiones de fórmula conjunta para unas PASO sin Cristina.
En el peronismo federal, en tanto, Sergio Massa y Juan Urtubey parecen haberse combinado para cerrarle el paso a una candidatura única de Lavagna, a quien le reclaman que acepte competir con ellos en las PASO. El ex ministro de Economía replicó identificando al tigrense como un referente de otro espacio político. Increíblemente, el que acerca posiciones es ahora Marcelo Tinelli.
El popular animador televisivo se muestra en forma frecuente con los principales dirigentes del peronismo no kirchnerista. En una visita conjunta a San Fernando, Massa le propuso que sea candidato a gobernador único de una PASO amplia entre los precandidatos presidenciales del espacio. Pero Tinelli ya le habría dicho que no a una proposición similar que le hizo Lavagna.
En medio de esta situación, un grupo de intendentes kirchneristas tienta a Massa con un armado conjunto en la Provincia. Una presentación en Escobar atrajo las miradas en ese sentido. A su vez, el PJ bonaerense sufre por la desopilante huida al Caribe y posterior captura del matarife Alberto Samid, cuya última aparición pública fue en el Congreso partidario realizado en La Matanza.
El kirchnerismo no sólo padece las desventuras judiciales de su jefa –y de sus hijos Máximo y Florencia-, sino también la constatación recurrente del techo de cristal que bloquea su regreso al poder. Ese mismo efecto podría perjudicar este domingo a Martín Soria, el candidato del PJ a la Gobernación de Río Negro, donde el electorado podría castigar su excesiva kirchnerización. Cambiemos llegaría en un paupérrimo tercer puesto. Y sólo le quedaría festejar la derrota ajena.
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