La educación en el día de la marmota
El conflicto educativo parece anclado en un presente perpetuo. Como en la película “El día de la Marmota”, todos los años los bonaerenses nos encontramos con la misma escena. Convocatoria a paritarias salariales, propuesta del gobierno, insatisfacción de los gremios y docentes, paro. La secuencia es la misma, al menos, en los últimos diez años. Las consecuencias de esa encrucijada son visibles: 56 días de paros en el último periodo de gobierno de Daniel Scioli y 45 en lo que va del gobierno de María Eugenia Vidal. En todo ese periodo los salarios docentes se vieron reducidos en un 10%. Pero si separamos estos datos en los dos periodos de gobierno, recuperaron 6 % con la gobernación Scioli (tomemos estos datos con cautela ya que durante ese periodo es difícil confiar en los datos del INDEC) y perdieron 16 % con la gestión Vidal, si no contamos el presentismo y las bonificaciones por material didáctico como parte del salario.
Dicho esto tenemos que tener en claro que el salario docente en Argentina es uno de los peores del mundo. Como dejó claro el estudio realizado por el CEA dirigido por Alieto Guadagni, el promedio de ingresos de los docentes argentinos está por debajo de la media mundial, alcanzando 18.253 dólares por año en 2018, después de diez años de experiencia. Si lo comparamos con el promedio más alto la diferencia es de cerca de 70.000 dólares con países como Luxemburgo; pero si la comparación la realizamos con países cuyas economías son más cercanas a las nuestras, las diferencias tampoco son demasiado exiguas. En Chile un docente percibe como ingresos 29.000 dólares al año y en México llega a 26.000 dólares. Estos datos abren una necesaria puerta para una reflexión sobre la conformación de los ingresos de los docentes y una perspectiva de largo plazo inexorable.
¿Cómo hacemos para que la historia no se repita año tras año? En 2006 Argentina propuso una ley Nacional de Educación y una Ley de Financiamiento Educativo que estableció la constitución de acuerdos mínimos para la reconfiguración de un sistema educativo que había quedado devastado por el neoliberalismo. Es necesario un Pacto de la Moncloa en el campo de la educación argentina, porque urge realizar una nueva propuesta que involucre a todos los actores del sistema para poner en clave del siglo XXI una política nacional de educación que contemple: mejoras salariales para los docentes, autonomía y evaluación permanente del sistema, inversión en tecnología e infraestructura, la configuración de una carrera de directores de escuela, una formación docente ligada a las universidades nacionales, el respeto al escalafón docente y la vinculación fuerte de la educación con el trabajo. Hay un mundo cambiando alrededor nuestro que no puede darse el lujo de tener una escuela detenida en el tiempo.
(*) Equipo Nacional de Educación del Frente Renovador