La estabilidad cambiaria en enero y la decisión de la Reserva Federal norteamericana de no subir las tasas de corto plazo, más otros aspectos de la gestión monetaria del Banco Central, dieron lugar a un contexto financiero favorable que dio vueltas las expectativas negativas de fines del 2018: de la sensación que la Argentina se encaminaba hacia otro default de su deuda soberana hacia el 2020, ahora aparecen indicios de cierta fortaleza que incluso le permitiría sortear una eventual corrida al dólar en los meses previos a la elección presidencial de octubre.
El veranito financiero de inicio de año llevó el dólar por debajo del piso de intervención, permitió una baja de las tasas de interés, la Bolsa porteña registró un alza de 20% y récord nominales, los bonos soberanos recuperaron algo más de 10% y el índice de riesgo país cayó a los 655 puntos, un mínimo desde noviembre último. La inflación de enero volvería a repetir el índice de diciembre que, a primera vista parecería otro dato favorable. Por estacionalidad, las series históricas de inflación de enero son mucho más altas. De cualquier manera, Guido Sandleris, el titular del Banco Central, sostiene la prioridad en recortar la inercia inflacionaria, por lo que la dureza monetaria y las tasas reales de interés continuarán.
Guido Sandleris, el titular del Banco Central, sostiene la prioridad en recortar la inercia inflacionaria, por lo que la dureza monetaria y las tasas reales de interés continuarán.
En cuanto al programa financiero y los vencimientos de deuda, el jefe del Banco Central y el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, están haciendo grandes esfuerzos para mostrar en los próximos meses que el Gobierno tendrá resuelto incluso los compromisos que caen en el 2020, sin tener que recurrir a nuevos desembolsos del Fondo Monetario Internacional u otras fuentes del exterior. En los mercados de capitales, muy escépticos meses atrás, ahora creen que esa opción es posible y circulan especulaciones de que en mayo o junio, esa meta podría confirmarse. La especulación alienta la recuperación de los precios de los bonos argentinos.
Las necesidades de financiamiento para el 2020 estaban estimadas en alrededor de 15.000 millones de dólares: dos tercios por vencimientos de deuda y el tercio restante por nueva deuda. La gestión de Dujovne había señalado que si la deuda de corto plazo, en particular las Letes, fueran renovadas a los largo del 2019 en un porcentaje del 70%, más el saldo de caja que tendría el Tesoro para esa fecha, cumpliendo con las metas acordadas con el Fondo Monetario, esas necesidades de fondos del 2020 quedarían en cero. Y por el momento, esa proyección se presenta bastante bien para el Gobierno que está logrando porcentajes de renovación superiores (entre el 70% al 100%) en las licitaciones de Letes y Lecaps.
La dolarización por el riesgo electoral hacia mediados de año es un dato descontado por el mercado y el Gobierno, aunque no existe una precisión sobre qué magnitud alcanzará y en cuánto podría afectar a una eventual recuperación económica y a las expectativas hacia adelante, o si la Argentina estaría otra vez al borde del default de su deuda y una crisis de magnitud difícil de pronosticar. En la conducción económica del oficialismo se sostiene que al Gobierno le sobran dólares para enfrentar una corrida hacia los activos dolarizados, o invirtiendo la respuesta, que no habrá suficientes pesos para esa corrida. Y para esto suman los porotos que tienen en su cuenta: los dólares en poder del Tesoro, aportados por el Fondo Monetario, unos 10.000 millones de dólares, que se venderán en el mercado; los 700 millones mensuales que podría utilizar el Banco Central para intervenir hasta mediados de año; más las operaciones a futuro.
¿Es cierto este pronóstico o son apenas especulaciones de mercado? En la ecuación resta un dato quizás más significativo: como seguirá la política y cuales serán los candidatos que se perfilen como los potenciales ganadores en octubre próximo. Las encuestas en danza hoy en la opinión pública, no son muy confiables y muchas de ellas están contaminadas por los colores partidarios en pugna. En el pasado reciente y no solo en el país, las encuestas tampoco fueron confiables y hubo resultados no previstos. De todos modos, el mercado parece apostar hacia una renovación del presidente Mauricio Macri y no visualiza chances reales para la ex presidenta Cristina Kirchner. Los últimos movimientos en la política muestran un oficialismo con problemas, pero más activo, y una oposición atomizada y sin demasiadas ideas.
La marcha de la actividad económica muestra un rostro diferente, con una recesión que parece haber llegado a un piso pero sin horizonte claro de cuándo habría una recuperación. Los especialistas difieren sobre el plazo e imaginan que después de abril habría señales más claras. En el campo y las exportaciones el escenario es más alentador, al igual que los llamados fundamental de la macro, con cambios significativos en la tendencia de la situación fiscal y el balance de pagos.
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