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OPINIÓN

El problema de la inseguridad

El problema de la inseguridad en la ciudad podría disminuir drásticamente si el intendente se lo propusiera. Junín nunca dispuso de la cantidad de recursos que hoy dispone: en materia de agentes y pertrechos, Petre-
cca es un privilegiado, no solo respecto a sus predecesores sino también cuando se lo compara con los demás distritos. Brindar mayor seguridad a los vecinos, entonces, no es una utopía, es una cuestión de decisión política.
Previsibilidad, ordenamiento del espacio público, seguridad, son demandas que se escuchan a diario. Prácticamente cada habitante de Junín sufrió o conoce en forma directa a alguien que ha sufrido un hecho de inseguridad en los últimos tiempos. Los medios de comunicación reflejan diariamente el aumento en la cantidad de delitos, como así también el grado de ferocidad con que se cometen. Modus operandi que creíamos exclusivos de grandes urbes empiezan a naturalizarse entre nosotros, y es justamente lo que debemos evitar actuando con urgencia. 
El uso de armas en asaltos, muchas veces a plena luz del día, no era algo habitual en Junín, la saña en los arrebatos era mucho más infrecuente. Hoy forman parte del paisaje semanal. Y todo eso en el marco de una ciudad que cuenta con una cantidad de agentes armados por el Estado que multiplica varias veces lo recomendado por la ONU (300 policías cada 100.000 habitantes). Es decir que no faltan policías ni recursos, lo que falta es conducción política.
Nosotros creemos que es posible mejorar esto. Hay temas que es necesario delegar en los expertos técnicos, pero el ordenamiento de la ciudad no es uno de ellos. Petrecca, sin embargo, se desentiende. Más pendiente de las apariencias que de la eficacia, satura de policías algunas áreas mientras deja a muchas más libradas a su suerte. Más pendiente de los prejuicios que de la realidad, reproduce los mismos vicios que dijo que venía a combatir.
Lo que proponemos es tener un plan integral para el ordenamiento urbano, que incluya la seguridad, el tránsito, y la regulación del espacio público. Un plan que haga foco en la prevención y la disuasión, y que no deje llegar todo hasta la instancia en donde la represión es inevitable. Sin conducción, cada funcionario llega hasta donde lo cree necesario, desperdiciándose la oportunidad de articular esfuerzos para conseguir mejores resultados. La conducción y la profesionalización de nuestras fuerzas es imprescindible además para canalizar el esfuerzo individual que cada policía hace. Y hay que hacerlo urgente, antes de que pierdan la motivación y se amolden a este desastre.
Queremos reconstituir la autoridad basada en la confianza del ciudadano. Es imprescindible la colaboración de la sociedad civil para tener una ciudad más ordenada. ¿Por qué es tan difícil recurrir a imágenes tomadas por cámaras particulares que filman la vía pública para esclarecer hechos que son de interés público? Podemos hacerlo mucho más práctico. 
En el tráfico vehicular observamos otro tanto. Ha aumentado la cantidad de personal destinado a la vigilancia y a la recaudación por multas, pero la calle sigue desordenada. Incidentes de tránsito escalan hasta convertirse en hechos delictuales, por culpa de esa sensación de "tierra de nadie" que generan nuestras calles. 
En lugar de traer alivio, la intendencia suma su aporte a ese clima, mediante el empeoramiento de sus funciones básicas. En el mismo momento que aplica aumentos demenciales e intima a jubilados y trabajadores por deudas de tasas, vuelve cada vez más deficiente la recolección de poda, de escombros, la iluminación pública, el arreglo de calles, etc. Pavimento sin mantenimiento, luminarias que no se reponen, cámaras que no funcionan, agentes que no tienen muy claro lo que tienen que hacer, arbitrariedad en la aplicación de sanciones, son todos factores del mismo flagelo: Junín es una ciudad desordenada por falta de conducción política.
No son recursos lo que falta, es conducción.

(*) Concejal por Unidad Ciudadana. 

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