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MARKETING APLICADO

Ribas

La nostalgia como valor.

En un contexto actual donde el foco de las marcas está puesto en la puja por la visibilidad en pantalla, sostengo que la única realidad está en la mente de la gente y es en ése lugar donde debemos posicionar nuestros productos y servicios. Para lograrlo, les quiero tocar el corazón con un caso que a pesar del paso del tiempo sigue vigente en los juninenses. 
Ayer fue el día del pizzero y, si bien parte de la cultura publicitaria local refiere a efemérides, no he visto acciones de marketing que capitalicen esta fecha para aumentar ventas o generar fidelidad. Se trata se un correlato con un puesto vacante desde hace muchos años dándole la derecha a la nostalgia. 

¡Viva el Rey!
Si bien muchos se postularon como “los sucesores”, el “viejo rey de la pizza” ya no está y a pesar de muy buenas propuestas nadie logra completar el espacio. No se trata solamente del sabor, arriesgo que nadie tiene un paladar tan memorioso, sino de la experiencia que constituye una relación emocional entre la gente y la cultura de la pizza. Quizá sea imposible igualar el afecto, que incluso se incrementa con el paso del tiempo, ya que además aquella salida estaba compuesta por otros condimentos como el recordado “Cine San Carlos” y una etapa de nuestras vidas que conservamos en la memoria. 

Capitalizar la nostalgia
En tiempos donde la realidad es tan cambiante y vertiginosa, los recuerdos suelen funcionar como refugio de seguridad y certeza. En este sentido hay una tendencia en las marcas a volver al pasado para revalorizar sus propuestas. Así como lo hizo la recientemente la cerveza al recuperar su “receta original” en un boom de ventas, se trata de una búsqueda que se sostiene en el imaginario que adjudica calidad al origen. Un anhelo social de un pasado idealizado, una impresión saneada de la actualidad que tiene efectos positivos. 
El consejo de hoy es resignificar la historia, si es que la tenés, no dejarla atrás en pos de una modernidad que debe ser asumida como medio y nunca como fin en sí mismo. Se trata de una estrategia efectiva que ayuda a conectar emociones y fortalecer la relación entre tu marca y la gente. ¡Muerto el Rey, Viva el Rey!

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