OPINIÓN

Alfonsín y el alumbramiento de la democracia

Hace 35 años, el 10 de diciembre de 1983, se producía el alumbramiento de la democracia con la asunción de Raúl Alfonsín como presidente de los argentinos sostenido con el apoyo del 52% de una ciudadanía que votó por la libertad y la vida.
Se expresaba de ese modo el rechazo al terrorismo setentista de montoneros y otras expresionesde “jóvenes iluminados” sufrido durante el último gobierno de Perón y su sucesora IsabelMartínez y de la represalia criminal del gobierno militar que lo sucedió.
El presidente Alfonsín, consecuente con su promesa de campaña de juzgar los crímenes cometidos, impulsó inmediatamente la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas -Conadep- del escritor Ernesto Sábato, organismo que realizó una enjundiosa tarea recogiendo las denuncias de miles de desapariciones forzadas.
El juicio a las Juntas Militares responsables de las mismas constituye un ejemplo de aplicación de la ley común y la sentencia de esos crímenes aberrantes, que alcanzaron a los responsables militares y a las cabezas del terrorismo político de los años previos, terminó con ciento setenta años de amnistías sistemáticamente producidas en nuestro país.
El “Nunca Más” pronunciado por el fiscal Julio César Strassera puso punto final a la sucesión de golpes de estado ocurridos a partir del 6 de septiembre de 1930 con el derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen, el primero elegido democráticamente por aplicación de la ley Sáenz Peña.
Pero la democracia no es solamente la convocatoria a la elección soberana de sus gobernantespor el pueblo. “Con la democracia también se come, se cura y se educa”, afirmaba Alfonsín, y su acción de gobierno se orientó con medidas y proyectos en ese sentido con, entre otras políticas,el Plan Alimentario Nacional, el Fondo de Asistencia en Medicamentos y el Seguro Nacional de Salud, proyecto éste último de gran impacto que no alcanzó su aprobación en el Congreso por la oposición de los sindicatos.
“Estamos convencidos de la necesidad de emprender una marcha ética hacia la igualdad”,afirmó, y este principio marcó su trayectoria. Fue un activo defensor de los derechos humanos en una tarea constante iniciada desde su pertenencia temprana a la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH). Desde su presidencia ratificó los Convenios Internacionales vigentes, los que luego tuvieron rango constitucional por su iniciativa en la Reforma Constitucional de 1994.
“La tarea principal que nos encomendó el país en 1983 fue construir una democracia”, escribió Alfonsín en su libro “Memoria política”, en 2004. Él puso la piedra fundacional del más extenso período democrático de la historia del país.
En el homenaje que se le rindió el 1 de octubre de 2008, dijo dirigiéndose especialmente a los jóvenes: “Siempre creí y así lo dije en tantas oportunidades que es la misión de los dirigentes y de los líderes plantear ideas y proyectos evitando la autoreferencialidad y el personalismo; orientar y abrir caminos, generar consensos, convocar al emprendimiento colectivo, sumar inteligencias y voluntades, asumir con responsabilidad la carga de las decisiones. Sigan a ideas,no sigan a hombres”.
Hoy este pensamiento continúa interpelándonos para consolidar, con las acciones y el compromiso de todos y cada uno, esta democracia que él alumbró pero que necesita afianzarse y llegar a todos los ámbitos de la vida nacional.  Para ello nos diría también, seguramente, honremos nuestro compromiso en Cambiemos, la herramienta que supimos crear para avanzar juntos en la construcción de un país normal, con diálogo y búsqueda de consensos como él proponía, integrado al mundo y reconocido por todas las democracias, como ha sucedido en estos últimos días, por esa visible voluntad de cambio que estamos transitando hacia una Argentina posible.
Hoy, seguir ese camino trazado es la manera en que habremos contribuido a afianzar ese alumbramiento y honrar a Raúl Alfonsín, el padre de la democracia.

(*) Ex vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires.

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