El programa de estabilización del Gobierno, con la recesión en el peor momento del ciclo económico, una caída vertical del consumo y efectos drásticos en el nivel de actividad por el apretón monetario, no genera muchas expectativas alentadoras hacia el futuro. La caída es más profunda de lo imaginado y, por tanto, sería más lenta y tardía la recuperación del 2019. Y si bien la información de precios de las últimas semanas indica que la inflación comenzó a ceder, la inercia negativa, en especial en el consumo, se extendería por lo menos hasta el segundo trimestre del año próximo. Un estudio privado estima que la caída del consumo masivo fue de 2,1% en julio/septiembre pasado y caerá por encima del 6% entre octubre pasado y marzo del ’19, antes de que se revierta la tendencia.
La marcha de los precios relevada en estas semanas arroja un promedio mensual cercano al 3% en los dos últimos meses del año. Una evolución significativa a los fines de las metas del plan acordado con el Fondo Monetario Internacional, pero que como se señaló, no significarían un cambio drástico para el bolsillo de la gente común. El otro dato económico más importante del último mes es la evolución de la cotización del dólar que pasó de un precio por encima de los 40 a 36 pesos. Se trata de un resultado inédito para los planes de estabilización en la Argentina, en donde el efecto más favorable que se logró en el pasado fue que el valor del dólar se congelara: es decir, que no siguiera subiendo. Ahora, bajó más del 10% en unas pocas semanas. La desaceleración inflacionaria, en parte se explica por esto. La otra razón es la tasa de interés y la política comercial de muchas empresas, que liquidan sus existencias y eluden el crédito bancario.
La marcha de los precios relevada en estas semanas arroja un promedio mensual cercano al 3% en los dos últimos meses del año.
En este contexto de retracción del consumo, el bono de compensación por hasta 5.000 pesos anunciado por el Gobierno, aparece como un paliativo adecuado para evitar un deterioro mayor del poder adquisitivo originado por el impacto inflacionario de la devaluación.
Y si bien no es clara aún su incidencia, podría representar un aumento de la masa salarial entre 3% al 10% del total. Otro tema, es cómo surgió esta decisión. El Gobierno la prefirió a la reapertura de las paritarias y la CGT la intuyó como una opción más directa para frenar un paro. La situación laboral y de acuerdos salariales es muy heterogénea: en este año hubo acuerdos de paritarias que oscilan entre el 14,4% y el 48% y el impacto sobre el bolsillo de cada sector también es muy dispar: en el caso de un obrero de la construcción podría representar un cuarto de su sueldo y para un bancario algo menos del 10%.
Del lado empresario también existe un escenario heterogéneo: los más afectados por la recesión han anticipado que les resultará de imposible pago y han arreciado críticas al oficialismo por la decisión. Hubo intenciones de que los recursos del bono surgieran de alguna excepción tributaria a las empresas, por única vez. Aunque esa alternativa resulta hoy muy poco viable, atendiendo a las metas fiscales comprometidas por el Gobierno y las dificultades para acordar el Presupuesto para el año próximo.
Por el lado financiero, la pregunta de hasta cuando seguirán altas las tasas no tiene una respuesta clara. La credibilidad del Banco Central está dañada, la baja de la inflación está a mitad de camino y la segunda versión del programa con el Fondo Monetario Internacional recién arranca. Hasta fin de este año, la tasa tiene un piso del 60% con chances de una política monetaria menos restrictiva en el 2019. Pero la clave sigue siendo qué ocurrirá con la demanda de pesos y si los ahorristas se mantendrán en la moneda local. Los plazos fijos aumentaron más de 100 mil millones de pesos en los últimos 30 días, pero aún falta ver como sigue esta película si baja la tasa de interés. Algunas proyecciones suponen que en un escenario positivo, con los precios en baja, la tasa que fije el Banco Central oscilaría entre 45% a 50% hacia fines del primer trimestre del 2019.
Por el lado productivo, la noticia más interesante para el 2019 es la proyección de la cosecha que llegaría al récord de 140 millones de toneladas, con una recuperación cercana al 40% respecto de la anterior, afectada por la sequía. El ingreso en dólares llegaría a los 30.000 millones de dólares, aunque dependerá en definitiva de los precios internacionales y de que no aparezcan otras dificultades climáticas. El poder de compra interno de la cosecha y en cuanto mejorará el consumo también tiene sus interrogantes, dependiendo de en más o en menos de si retrasa o no el dólar.
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