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MARKETING APLICADO

Pasión y negocios

Los símbolos deportivos como recurso económico.

Con el paso del tiempo y la necesidad de generar dinero, los clubes de fútbol diversifican sus fuentes de ingreso. Se trata de un camino que no solo se estructura sobre las cuestiones tangibles sino que requiere potenciar la imagen oficial como recurso comercial. En la columna de hoy, repaso un enfoque que muchas veces se enfrenta con la cultura del tablón y un romanticismo demodé. 
Venta de jugadores, alquiler de inmuebles, ingresos generados por la televisación y otras cuestiones conforman el presupuesto anual de los clubes que deben distribuir el dinero entre las diferentes actividades. Un modelo que necesita renovarse para sostener toda la estructura. 

¿Cómo generar más ingresos?
Los clubes de fútbol tienen un valor emotivo y otro de venta. Dos universos en apariencia opuestos pero interdependientes ya que no pueden existir sin una convivencia lógica y respetuosa. Ocurre con las marcas comerciales y es mucho más sensible con los símbolos de ciudades o equipos. La actualización de imagen que imponen los nuevos medios y las oportunidades de explotación comercial se enfrentan a la carga emotiva de los hinchas, comprensible pero irracional.   
Sucedió en la renovación de la Juventus, el Atlético de Madrid y otros clubes de Europa. También en el principal equipo de nuestra ciudad, cuando en 2012 se propuso un aggiornamiento sutil que hoy se utiliza en la mayoría de los medios periodísticos sin correlato oficial. Se trata de una evolución necesaria que aporta mayor capacidad de reproducción, sobre todo ante el auge de los medios digitales. 
Está claro que el desarrollo de la imagen oficial de un equipo es un ejercicio de riesgo pero se destaca mucho más la imperiosa necesidad de protegerlos de los nuevos usos para mantener, proyectar y elevar su valor. Surge así un nuevo concepto que los hinchas deberemos entender. No implica pisar la historia sino asumir que debemos hacer una lectura del paso del tiempo y dejar de exponer a nuestros símbolos a las exigencias de los medios actuales. Se trata de abandonar el romanticismo hipócrita que demanda inversiones del siglo XXI con mecanismos de propios del XIX. Pasión y negocios, dos ámbitos que pueden convivir y retroalimentarse.

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