“Les está yendo la gobernabilidad en este Presupuesto”, fue la frase con la que la jefa del bloque de diputados del massismo, Graciela Camaño, sintetizó el escenario político nacional, que por estos días se refleja como en un espejo en el Congreso.
La discusión sobre el Presupuesto 2019 y la adenda al Consenso Fiscal ofrece un pantallazo sobre la posición en la que están Cambiemos y las distintas variantes del peronismo, en función del ejercicio del poder de aquí hasta las próximas elecciones, objetivo último de unos y otros.
De un lado, un Gobierno que quedó golpeado después de la última crisis cambiaria, que tiene todos los indicadores de la economía con signo negativo y que se ve obligado a profundizar el ajuste fiscal para cumplir con las metas prometidas al FMI y conseguir así los fondos.
Para ello, necesita mostrar al FMI y a esa entidad conocida como “los mercados” que cuenta con el respaldo de la mayor parte de la dirigencia política para su plan económico y no puede hacer eso sin el respaldo de la mayor parte del peronismo.
Camaño no hizo más que recordarle al Gobierno la situación de dependencia en la que se encuentra: sin mayoría en el Congreso y con todas esas dificultades, necesita sí o sí de la oposición para mantenerse a flote, que critiquen su plan económico, pero sin que le suelten la mano.
Del otro lado, la oposición entiende la posición de debilidad política del Gobierno (problemas económicos que hacen mella en su potencial electoral) y ve más cerca que nunca la posibilidad de sucederlo en el poder, razón por la cual optan por negociar en lugar de bloquear.
La discusión sobre el Presupuesto 2019 y la adenda al Consenso Fiscal ofrece un pantallazo sobre la posición en la que están Cambiemos y las distintas variantes del peronismo, en función del ejercicio del poder de aquí hasta las próximas elecciones.
La mayoría de los gobernadores peronistas y el Frente Renovador de Sergio Massa, que en Diputados lidera Camaño, prefieren poner condiciones y recordarle al oficialismo que los necesita, que sin ellos no llega, porque si obstaculizaran el Presupuesto 2019 las consecuencias pueden padecerlas ellos si logran su objetivo de suceder a Mauricio Macri.
Algunos gobernadores demoran su apoyo al Presupuesto 2019 al dejar en suspenso su firma para la adenda fiscal, el instrumento con el que el Gobierno quiere cristalizar el respaldo de los mandatarios provinciales, pero en la Rosada confían en que contarán con su apoyo, precisamente porque sabe que piensan en las consecuencias y en la posible sucesión.
Este sector negociador del peronismo dará a conocer el 3 de octubre la foto del armado político en el que trabajan: por ahora, se anotaron Massa, los gobernadores Juan Schiaretti (Córdoba) y Juan Manuel Urtubey (Salta) y el senador Miguel Pichetto, y esperan que también vaya el tucumano Juan Manzur.
Tienen resuelto hasta ahí, solo hasta la foto: les falta el candidato y el apoyo de otros gobernadores peronistas y de los intendentes, para estar más cerca de cumplir el sueño de encontrar, entre el presidente Mauricio Macri y la ex presidenta Cristina Kirchner, el camino que los lleve al Gobierno.
Ese objetivo está todavía lejos y eso también se ve en el Congreso, cuando el kirchnerismo se muestra tan alejado del estilo del peronismo negociador como el peronismo negociador del estilo del kirchnerismo y esto es porque la tropa cristinista sabe que su juego le rinde en la interna peronista.
La senadora Cristina Kirchner tiene un colchón de votos que ronda el 30% nacional y mucho peso en el conurbano de la provincia de Buenos Aires, el distrito con la mayor cantidad de electores, lo que le asegura al menos el acompañamiento de los intendentes peronistas preocupados por mantener su estatus.
Antes que negociar cualquier cosa con el Gobierno y perder su perfil de oposición dura al macrismo, al kirchnerismo le conviene negociar con el resto de los peronistas, que hacen sus cálculos en función de si Cristina Kirchner juega o no juega.
En este contexto, la situación judicial de la ex mandataria y el posible nuevo pedido de desafuero que el juez Claudio Bonadio enviaría al Senado cobra mayor importancia.
Pichetto no solo rechaza el posible de desafuero por cuestiones jurídicas y por la “doctrina Menem” sobre la que machaca, sino también porque varios de los gobernadores que le concedieron el lugar de coordinador del bloque peronista del Senado se oponen al desafuero.
La conversaciones en el peronismo para determinar si habrá uno o dos frentes para competir contra Cambiemos o cuáles serán los términos de esa división ya están en marcha.
COMENTARIOS