Telón
Problemas de comunicación.
Se corre el telón y empieza la función. Todos los elementos están perfectamente alineados, como lo estuvieron antes. El protagonista sale a escena almidonado por el exceso de coaching. La situación es compleja y los asesores hicieron su trabajo. La bandera acompaña, el maquillaje y el vestuario están perfectos, todo va bien hasta que surge la voz que combina toques de ingenuidad o cinismo.
Frases que subestiman, lugares comunes y otras yerbas son propias de un discurso que no es de la talla de quien lo emite, le queda forzado e incómodo. Es evidente, no lo sabe hacer y tampoco lo siente pero no podemos culparlo por eso, lo elegimos para otra cosa, acaso no pretendemos el acting de otros tiempos. El punto sensible de la comunicación está en ciertas formas que, a pesar de su extenso y bien remunerado equipo, le estarían fallando.
De los autores de, “Les voy a hablar con el corazón o “La estoy pasando mal”, surgen frases disparatadas que no tienen en cuenta la temperatura ambiente. Hay algo que está mal, el tono, la estética discursiva o la emotividad forzada. Es que hay cosas que en la hoja quedan bien pero llevadas a la realidad generan rechazo.
Si bien la comunicación no solo debe estar cargada de información sino además contener elementos emotivos, el tono de esos enunciados deben estar pensados a la talla del interlocutor, algo que el ensayo no resuelve y termina pecando de inverosímil.
Errores estratégicos por doquier en lo que representa una sobre-promesa que no se le perdona ni a un alfajor que reza que “explota de dulce de leche”. Tras el triunfo electoral, sostuvieron la fiesta comunicacional augurando alegría con globos amarillos y baile. Al poco tiempo blanquearon la pesada herencia, un poco tarde ya que todos estábamos listos para asistir a una gran fiesta nacional. Se corre el telón, no lo sabe hacer. No lo siente y está mal asesorado.