OPINIÓN

Rabia paralítica o paresiante

La Rabia paralítica o paresiante es una enfermedad que se mantiene bajo control y es factible de ser prevenida.
Ante la aparición de casos sospechosos es importante la inmediata denuncia ante el Senasa y, de confirmarse un brote, la pronta vacunación de los animales susceptibles de infectarse.
La rabia irrumpió en las noticias en los últimos días acaparando la atención de todos y despertando el interés de quienes comenzaron a ver el "problema" de los vampiros desde  otro ángulo. 
Es bueno que esto haya pasado, porque permite que la sociedad esté al tanto de lo que sucede, pero hay que tener cuidado al tratar el tema y no pasar de "pre" ocuparnos del problema a provocar pánico por algo que no lo amerita. 
Y decimos esto porque hay que aclarar que se está ante un escenario esperable, que la situación está controlada y que se trabaja para que cada año los casos sean menos, minimizando las pérdidas ganaderas y evitando el compromiso de la salud pública.
Hay que comenzar por decir que la rabia paresiante o paralítica es una zoonosis, o sea una enfermedad que se transmite de los animales al hombre, que es mortal, de ahí la  importancia del trabajo en los brotes vacunando a los animales susceptibles de infectarse y del combate a los vampiros, que son los que pueden transmitirla. 
La enfermedad se observó en la Argentina por primera vez en 1928 y su área endémica abarca la totalidad de las provincias de Corrientes, Misiones, Chaco, Formosa, Santiago del Estero y parte de las de Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, Córdoba, La Rioja y Santa Fe.
Desmodus rotundus es el nombre científico del vampiro que transmite esta enfermedad epidémica y recurrente causada por el virus rábico que afecta principalmente a bovinos, equinos, con menor frecuencia a otras especies domésticas, al hombre y a algunos animales silvestres. 
El daño que el vampiro provoca per se a la ganadería, por su efecto expoliatriz (es la acción que ejerce el parásito al alimentarse a expensas del hospedador), es mucho peor que la  rabia. En el ganado la rabia irrumpe en forma brusca con alta tasa de mortalidad inicial que va disminuyendo con el tiempo. Los brotes alcanzan hasta 18 meses de duración en un mismo lugar y luego ceden espontáneamente debido a la mortalidad que produce la rabia en los vampiros, independientemente de que se vacune o no el ganado.
Luego sobrevienen períodos interepidémicos, sin la enfermedad, de por los menos 3 ó 4 años. Sobre esto, hay que aclarar que en lo que va de 2018 (primer semestre) los casos  reportados llegan a menos de 400 herbívoros muertos. 
Es de tener en cuenta que el promedio anual de pérdidas estimado por el programa es de 1713 animales aproximadamente. Se advierte que se progresa en la continua vigilancia  epidemiológica y el combate permanente del vampiro.
Volvamos a la rabia: se trata de una enfermedad viral contagiosa, aguda y mortal que produce lesiones en el sistema nervioso. Los vampiros infectados que la transmiten lo hacen cuando para alimentarse de sangre muerden a sus presas y a través de la saliva inoculan el virus rábico.
La cadena epidemiológica comienza cuando una colonia de vampiros sanos se contagia de rabia por la llegada de un vampiro infectado de otra colonia. El contagio se produce por mordeduras entre congéneres, al eliminar virus rábico por saliva durante el período de incubación.
En el caso del ganado, las mordeduras pueden ser generalmente en la tabla del cuello, la cruz, la corona de los casco, base de las orejas, etc.
La cuarentena de los predios afectados deben tender a evitar la faena y el consumo de animales rabiosos o incubando rabia. Es importante tener presente que la rabia es una enfermedad de denuncia obligatoria, por lo tanto los productores o los veterinarios deben concurrir de inmediato a la oficina del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) más próxima a reportar cualquier irregularidad al respecto.

(*) Médico Veterinario. Programa de Rabia del Senasa.