Lejos del diálogo y la buena predisposición a fin de destrabar el conflicto con los empleados municipales, el municipio responde con amenazas y agresiones y se muestra un tanto indiferente con la situación.
Todos sabemos que la meta inflacionaria del 15% estipulada por el Gobierno nacional a principios de este año ya no es creíble ni posible. Los números oficiales ya arrojan montos superiores.
Es evidente que esta sujeción, cuasi orden debida, del Ejecutivo municipal al 15% como techo en el ofrecimiento salarial responde al alineamiento político con el gobierno de Vidal y Macri.
No olvidemos que el Sr. Intendente se jacta de ser “soldado de Vidal”, cuando en realidad tendría que ser el soldado de todos los juninenses, porque es en realidad para quienes gobierna.
Como fiel representante nuestro el Intendente debería, además, ponerse al frente de todos los reclamos actuales que perturban la vida cotidiana de los juninenses. Así, debería defendernos, por ejemplo, de los aumentos desmedidos y desproporcionados propiciados por el Gobierno nacional en los servicios esenciales como lo son el gas, el agua y la luz.
Por el contrario, elige posicionarse en la vereda de enfrente, justificando cualquier política proveniente del Gobierno nacional o provincial, respaldando toda su gestión en la obra pública (financiada con deuda externa), como si sus vecinos comieran asfalto.
Hoy los empleados municipales son las primeras víctimas directas de este estricto alineamiento de poderes, plasmado a nivel local con la adhesión al Pacto Fiscal, que no les permite ni el más mínimo alejamiento, aun tratándose del sueldo de sus propios empleados municipales, quienes son, en definitiva, los encargados de llevarles adelante la gestión.
El duro posicionamiento del gobierno municipal, lejos de ser caprichoso, está íntimamente relacionado a las políticas nacionales y al posicionamiento internacional.
El modelo económico neoliberal que se está desarrollando, sin dudas, necesita mano de obra barata para bajar los “costos” de producción y así “atraer” inversiones extranjeras, propiciando de esta manera, la libre competencia del mercado- laboral.
La pérdida del poder adquisitivo de los salarios no escapa a esta idea. Menos plata circulando se traduce en menos consumo interno. La baja de consumo trae como consecuencia el cierre de los pequeños y medianos comercios e industrias, lo que implica menos puestos de trabajo. Es decir, a mayor desempleo, menor el “costo” de la mano de obra. Se entiende que en épocas de altos niveles de desempleo, la gente, por necesidad, está dispuesta a ofrecer su fuerza de trabajo a menos costo.
Todo ello, sumado al evidente achicamiento del Estado hace que el reclamo de los empleados municipales sea el reclamo de muchos otros trabajadores que por falta de fuerza de movilización no se pueden expresar.
Este análisis podrá parecer muy complejo o demasiado teórico acerca de un conflicto laboral entre empleados municipales y el Ejecutivo, pero nada más palpable como la realidad misma.
(*) Concejal de Junín por Unidad Ciudadana.
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